Curiosidades

Nuevos vuelos, Bcn-Ouarzazate y Madrid-Essaouira

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La low cost Ryanair anunció que iniciará sus operaciones entre Barcelona y Ouarzazate a partir del próximo 26 de marzo. Los vuelos serán realizados en los Boeing 737-800 y Boeing 737 MAX 8 dos veces por semana con los siguientes horarios:

VueloDeSalidaALlegada
FR 6078Barcelona (BCN)06:15Ouarzazate (OZZ)06:40
FR 6079Ouarzazate (OZZ)07:05Barcelona (BCN)11:30

Frecuencia de vuelos

FR 6078/6079: miércoles y domingo.

Pero es que, además, Ryanair también ha abierto a partir del 27 de marzo, la ruta de Madrid a Essaouira con salidas lunes y viernes. Por ahora a partir de 18 euros el trayecto.

Por ahora, y en ambos casos, el calendario está abierto hasta fin de octubre.

Cada vez, menos excusas para visitar el sur de Marruecos o la preciosa Essaouira.

Curiosidades franquistas, en Sidi-Ifni

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Si visitáis la preciosa plaza España de Sidi Ifni, os recomiendo que os acerquéis a mirar uno de los edificios administrativos españoles de la época colonial.  Si alzáis la vista, veréis el emblema en piedra del famoso agilucho.

En su fachada totalmente abandonada, encontramos una bandera franquista. Muy curioso y lamentable, que nadie haya tenido interés en quitar este elemento de la dictadura de Franco.

La titularidad de este edificio puede ser que aún sea del Gobierno Español o que, en estos momentos, haya algún tipo de litigio sobre su propiedad. En cualquier caso, estoy convencida que se debería llegar a un acuerdo para retirar este símbolo franquista de la fachada del edificio.

Dos accesos para ver una misma kasbah

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Esto es uno de esos ejemplos que me divierten de Marruecos.

No sé si habéis estado en la Kasbah de Amridil en el palmeral de Skoura. Muy cerca de Ouarzazate.

Pues en eso que dices, ¿qué os parece una visita a la Kasbah? Venga, vamos. Y os hacéis unos kilómetros y entráis en el palmeral y en seguida aparcáis en la imponente fachada de la kasbah. Hasta aquí, todo bien. El problema viene ahora.

Miráis la Kasbah buscando la entrada y de repente observáis a la derecha una puerta y un cartel que pone, Entrée Officielle-Kasbah Amridil y a vuestra izquierda, otra puerta que pone, Entrée principale-Kasbah Amridil.

Vale, ahí estáis, pensando la diferencia entre oficial y principal.

Pues nada, que los herederos de la kasbah no se pusieron de acuerdo en la explotación de las visitas y se partieron la propiedad en dos. Y más chulos que un ocho, hacen dos visitas de cada mitad de la kasbah.

Cada visita cuesta 40 dh por persona, es decir que si quieres verla completa debes entrar y salir y pagar 40 dh+40 dh. Me encantan estas historias de Marruecos, surrealistas hasta decir basta.

El perfil amarillo marca la visita de la Entrée Officielle.

PD: yo recomiendo la Entrée Officielle porque tienes acceso a la terraza y buenas vistas sobre el palmeral y creo que aprecias mejor la importancia de la kasbah. Pero siempre os podéis dividir y luego os enseñáis las fotos.

Orígenes judíos en Marruecos, Ifrane del Anti-Atlas

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Esta es la historia de un viaje en busca de los orígenes judíos en Marruecos. Este viaje hacia el interior del Anti-Atlas fue fascinante. No sabíamos muy bien que buscábamos (sabíamos de este lugar por algunas webs internacionales), pero sabíamos que no nos íbamos a ir de ahí sin encontrar las huellas de los primeros judíos que llegaron a Marruecos.

Parece ser que es muy difícil señalar con exactitud la antigüedad de los judíos en Marruecos, aunque se sabe que data de mucho tiempo. Entre múltiples comunidades que habitan este país existen tradiciones que la fijan en diferentes épocas, llegando algunos a señalar como fecha de llegada de los judíos a Marruecos la época del Rey Salomón. Esta tradición corre entre ciertas comunidades que habitan en el sur de Marruecos y en el norte del desierto del Sahara, principalmente en aldeas, y esta suposición ha sido señalada por el historiador Procop, quien habla de una ciudad llamada «Borrión», cuya situación fija en el lugar ocupado hoy por la ciudad de Ifrane, de la que afirma que en ella vivieron judíos en los tiempos del Rey Salomón. Basa sus afirmaciones en el hecho de que en tiempos del referido Rey, los habitantes de la antigua Fenicia, que recorrían con sus naves las costas del norte de África y las de Marruecos, llevaban con ellos en sus viajes a muchos súbditos del Rey judío, dada la amistad que existía entre éste y el Rey Hirab; y esos judíos, al igual que muchos fenicios, se quedaban en países que visitaban, fundando factorías o colonias en las que se establecían éstos junto con los fenicios.

Podría ser que en Ifrane Atlas-Saghir o Ifrane del Anti-Atlas (no confundir con Ifran de la región Fes-Meknès), se encuentre ese origen de la llegada a Marruecos de los primeros judíos. Para llegar a Ifrane del Anti-Atlas debes hacer una buena ruta de montaña y pueblos un poco aislados en el caso que vengas de Ouarzazate. En mi caso, aproveché para hacer noche en Tafraoute y disfrutar de este pueblo animado que es centro de senderismo. Desde Tafraoute visitamos un par de graneros (ya os haré un nuevo post), pero el objetivo era ir al sur para saber más del origen de los judíos.

Atravesamos las gargantas de Ait Mansour, rodeados de palmeras y siguiendo el cauce del rio. Este espectacular cañón, poco visitado, es una de esas rutas que aconsejo vivamente realizar. Totalmente asfaltado, es una ruta de una hora pasando por pequeños pueblos y siempre con espectaculares paisajes del palmeral y el cañón. Es uno de esos paisajes, que, si no estuviese en Marruecos, tendría miles de visitantes cada año. Pero aquí, hay tanta belleza y tantas opciones que queda muy difuminado en la zona y ciertamente está lejos de las rutas habituales. Pero os aseguro que casi puedes morir de síndrome de Stendhal en cada curva.

Después del cañón, vas buscando carreteras hasta llegar en unas horas a Ifrane del Anti-Atlas. No es un pueblo que invite a una estancia, de hecho, nuestra intención era solo la visita a la sinagoga, el cementerio y los vestigios que quedaran del pueblo original. Después queríamos llegar a Sidi-Ifni (como así hicimos).

No puedo deciros que llegar a la Sinagoga fuese fácil. De hecho, fue muy difícil. Pregunté a medio pueblo para que me indicara. Unos se hacían los tontos, otros me ignoraban y algunos me fueron dando las indicaciones para llegar un poco extrañados que me interesara por “eso”. No sé porque, pero pensé que la comunidad internacional judía tendría ahí un especial cuidado por estos vestigios, pero no era el caso. Finalmente, llegamos a una reja y vimos un cartel de un albergue que se llamaba, El Mellah, así que entendimos que debía ser ahí. Estaba la reja cerrada pero sin llave, así que abrimos la verja y entramos caminando (antes intentamos llamar a ese número del cartel, pero nadie respondió).

Bajamos la cuesta y encontramos un hotel sencillo que parecía cerrado de hace tiempo. No había ningún cartel o indicación. Así que comenzamos a caminar por la zona, entrando en campos de cultivo y un poco desesperados pensamos en abandonar la misión. Hasta que vimos un pequeño edificio pintado de blanco a lo lejos. Nos sorprendió y decidimos acercarnos.

La entrada en forma de laberinto nos hizo pensar que habíamos llegado. La puerta cerrada, sin llave nos invitó a entrar. Estábamos en la sinagoga. Probablemente, en la primera sinagoga de Marruecos. Un espacio que podría tener más de dos mil años y que parecía restaurado y blanqueado. Pero no había un alma. Nadie. La Nada. Nos sentimos un poco intimidados por el sitio, lo que representaba, el silencio, la energía que emanaba de ahí. Creo que las fotos no hacen justicia a la extraña belleza del lugar.  

Salimos de ahí, sintiéndonos un poco intrusos. Por lógica, el barrio que rodeaba la sinagoga era la Mellah. Así que nos movíamos por todas aquellas edificaciones en ruinas imaginando todo lo que ahí había pasado. El pueblo debió crecer alrededor del rio que lo cruza y en medio del palmeral que debió ser espléndido y que seguramente convertía esa zona en un vergel. No queda ningún edificio en pie, solo ruinas.

No tengo idea de lo que pensaba encontrar exactamente, tampoco puedo deciros que fue una decepción. Creo que solo la visita a la sinagoga había merecido la pena.

Después de esa visita y antes de emprender viaje a Sidi-Ifni, decidimos que queríamos visitar el cementerio judío que creíamos albergaba miles de almas. Nos fascinaba la idea de encontrarlo, porque hacía unos días habíamos visitado el extrañamente hermoso cementerio judío de Marrakech. Llegar ahí, fue realmente otra odisea, porque nadie sabia de que le hablábamos. Al final pensamos que era toda una leyenda y que ese cementerio no existía. Pero sí, claro que existía. Aparcamos el coche en la carretera y ascendimos por el cauce seco del río hasta la puerta del cementerio cerrado y perfectamente cuidado y vallado.

¿Sabéis? Una puerta con la estrella de David nos impresionó en aquel lugar un poco recóndito.

Y creo que ahí fuimos conscientes de la importancia del lugar, miles de piedras (sencillas tumbas) indicaban ciertamente, que la comunidad judía de Ifrane del Anti-Atlas había sido muy numerosa. Y las paredes delimitando el cementerio, la puerta cerrada a cal y canto, la limpieza y el acceso final con escaleras y piedras pintadas de blanco nos indicaron que este lugar santo está protegido y cuidado.

Fue un momento ciertamente emocionante, no porque en ese momento pensara que yo era el Dr. Livingstone y había descubierto algo secreto, pero si era consciente que no era un lugar habitual del turismo ni mucho menos. Así que comenzamos a bajar caminando hasta el coche internamente satisfechos de nuestro “descubrimiento”.

Todo había ido demasiado bien para ser Marruecos, así que el país nos reservaba la sorpresa final habitual. Al llegar al coche, se nos acercaron unos cuantos ciudadanos que nos estaban mirando desde hacía rato. No nos sorprendió al principio, porque en un pueblo aislado, éramos una curiosidad y además habíamos preguntado a mucha gente primero por la sinagoga y luego por el cementerio y estábamos dando vueltas por el pueblo con el coche. Es cierto, que estaban particularmente ociosos y nosotros les generábamos curiosidad. Por eso no nos sorprendió que nos miraran atentos desde la carretera mientra íbamos al cementerio y volvíamos. Hasta aquí, lo normal y habitual. Pero de repente, mientras entrábamos en el coche para salir, se nos acercó a la ventanilla uno que me miraba fijamente sin pestañear. Haciéndome preguntas del tipo, de dónde sois, que hacéis, de dónde venís. Yo soy una experta en hacer de frontón ante tal exhibición de interrogatorio. Pero la verdad que un poco me intimidaba, sobre todo porque no podía arrancar el coche y salir, como quería, ya que se había asegurado de colgarse de la ventanilla para evitar mi salida. La «conversación» se me hizo eterna y poco a poco, fue aminorando la intensidad de su actitud. Una actitud que definiría como agresiva. Al final, me explicó que él era una especie de “guarda” de la comunidad judía y que quería saber quienes éramos y si éramos judíos pasáramos por una especie de despacho del pueblo para dejar copia de nuestro pasaporte y entrar en un listado. Le comenté, muy “sinceramente”, que con TOTAL SEGURIDAD lo haría la próxima visita a Ifrane. Que ahora no podía ser porque no teníamos tiempo ya que nos esperaban en un destino que no le comenté con exactitud, a pesar que él insistía en saber a donde íbamos. En fin, nunca sabremos la verdad de aquel hombre y cual era su verdadero cometido, si es que tenía alguno.

En definitiva, queridos lectores, una visita de esas que te llenan el alma y que te sorprenden. El momento que pasé en la sinagoga fue realmente mágico y profundo. Un instante que, si cierro los ojos, lo recuerdo profundamente.

Baraka en Tamagroute

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Baraka es la magia de algunos lugares, de algunas personas, de algunos objetos, una magia buena que aprovecha quien la recibe. Percibirla es estar en la Fitra, es haber recuperado esa dimensión en la que se está íntimamente ligado a la vida y sus energías.

Me acerqué al Morabito del fundador de la increíble biblioteca de Tamagroute (en Zagora) para admirar su puerta de madera. Esa puerta me miraba desde sus cientos de años y entonces invoqué para obtener baraka.

Fórmula: con las dos manos sujeté las arandelas de la puerta y golpeé tres veces sobre los pivotes dorados. TRES. Y volví a dejar las arandelas de metal en la misma posición que se aprecia en la foto. Esas eran las instrucciones que me habían dado para mi Baraka.

Parece que ese gesto se debe hacer cada semana para obtener baraka, yo lo hice una vez y espero que me proteja hasta el año próximo, que prometo volver.

¿Zonas peatonales en la Medina?

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Es verdad que Marrakech no es una ciudad precisamente para relajarse. No es una ciudad de tempos tranquilos. Pasear por su Medina es casi como vivir una especie de gincana. Vas haciendo eses para evitar los vendedores que recurren al manido “Más barato que en Mercadona” a la que ven que hablas castellano o intuyen que vienes de España por tu vestimenta (de este tema ya he hablado antes, son unos cracks identificando nacionalidades por la ropa y complementos y look en general que llevamos), evitas las bicicletas, los vendedores ambulantes que te ponen delante de la cara su género, los carros llenos de mercancía al grito de Balak, o las mulas que arrastran material hacia las tiendas. Las callejuelas estrechas tampoco facilitan el tráfico cruzado de marrakchís y turistas que invaden los zocos, pero más o menos podríamos ir tirando si solo fuese “eso”.

El tema delicado, es que las MOTOS en la Medina son de un peligro increíble. No solo que haya cientos de ellas circulando por las callejuelas, es que, además, los jóvenes que las usan van a una velocidad dramática en medio de todo el caos. Se ponen nerviosos y nerviosas si al oír a tu espalda una moto, no te apartas de inmediato. Te tocan el claxon en el mejor de los casos, y en el peor te pasan rozando la pierna, la cadera, el brazo, la cabeza (o las dos cosas a la vez). Ya sabéis, siempre tienen prisa para ir a ninguna parte. Yo suelo ir muy ladeada a la derecha para evitar cualquier conflicto. Pero cuando te ladeas a la derecha, casi caes en un negocio y entonces es el propietario que te comienza a preguntar cosas. Hay poca escapatoria en la Medina.

Entiendo que el uso de las motos es necesario en un ecosistema como la Medina en donde viven muchas personas y es su medio de locomoción, pero en mi opinión, la Wilaya debería cuestionar la viabilidad de prohibir el uso de las motos en las arterias más importantes del zoco para evitar accidentes. O pensar en otras soluciones que pudiesen solventar ese peligro.

Vamos, lo que vulgarmente se llama ZONAS PEATONALES. No es que yo haya inventado nada ¿eh?.

Marruecos, no era solo fútbol

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Otro viaje, más aventuras, más energía y mucha más añoranza por vivir lejos de Marruecos.

En este nuevo viaje, me ha sorprendido ver como muchos de mis amigos y amigas que conozco desde hace años, han prosperado mucho y son propietarios de Riads, hoteles, agencias de viajes, restaurantes y que a pesar de los dos duros años de la pandemia parece que todo remonta y que el sector turístico está muy fuerte. Me han dicho que las perspectivas del 2023 son espectaculares y que se van a batir récords de turismo.

Mi viaje a Marruecos ha coincidido con muchos partidos del Mundial y con la increíble selección marroquí llegando a semifinales. Un hito histórico para un equipo africano. En cada victoria, incluso en la de la fase clasificatoria, miles y miles de personas han salido a las calles de pueblos y ciudades a celebrar el triunfo. ¿Pero era solo fútbol? Por supuesto que no era solo fútbol. Era una explosión de orgullo, una celebración conjunta de pertenencia, un grito de un pueblo que no tiene demasiados motivos para la celebración y el júbilo colectivo. El fútbol ha sacado a la calle a MILES y MILES de jóvenes. En esas demostraciones se aprecia la fortaleza del país, la juventud está por todas partes. En una de las miles de conversaciones que he tenido estas dos semanas, una persona sabia me hizo una reflexión. Marruecos es el futuro, Marruecos está llena de juventud. Esa alegría que transmite la juventud, esa despreocupación, esa sensación de que nada malo puede ocurrir que es una de las señas de identidad de la gente joven, la vivimos y respiramos por toda la geografía del país y tal vez, ahí radica su encanto. Las risas, la frescura, los jóvenes y niños por todas partes. Sobre todo, si lo comparamos con la “vieja Europa”.

Este post es un poco como el pote de especias de Raz el Hanout, un poco de todo. ¿Me permitís esta licencia, lectores?

Los graneros del Anti Atlas-los Agadirs

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Marruecos no es solo ciudades imperiales.

Marruecos no es solo el circuito de Marrakech, Ourzazate, Merzouga, Erg Chebbi.

Marruecos no es solo Tanger y Chefchaouen.

Marruecos tiene mil opciones, mil paisajes y mil cosas a ver.

Es verdad que como decía mi amigo Dani, ahora el mundo va tan deprisa que los turistas quieren conocer todo en 4 días. Y que no hay más tiempo. O simplemente, que vivimos adictos a la velocidad. Vivimos acelerados, todo debe ser ahora e inmediato. ¿Visitar Marruecos? Venga, 4 días y quiero verlo todo. Y claro, eso es imposible. Luego ya quieren otro destino porque creen que ya conocen el país. Pero Marruecos es inabarcable.

Este post se comenzó a escribir en la terraza del Café de la Post, una tarde de noviembre mientras tomabamos una cerveza con mi amigo, José Javier Lanzarot. (En realidad, no fue una cerveza porque como no comíamos nada y con la nueva normativa Covid no te pueden servir alcohol-pero eso si acaso, me da para otro post). En ese encuentro, José Javier nos explicó que llevaba meses en una especie de cruzada personal. Él se dedica a los viajes a medida en Marruecos y durante largos años ha hecho la ruta estándar y que todo el mundo que sueña con los paisajes del sur del país quiere hacer. Llegar a las dunas del Erg Chebbi. Esa tarde, nos explicaba que esa ruta circular y todo lo que hay alrededor está demasiado explotado y por tanto masificado y demasiado turístico (masificado en condiciones normales). Compartí su comentario, pero también comprendo el hechizo que produce visitar esa zona para los ojos del que lo ve por primera vez. Fue entonces cuando nos explicó que se está dedicando a elaborar una especie de catálogo de todos los graneros del sur de Marruecos. ¿Graneros? Y eso que es, le pregunté.

Y con su respuesta, mi visita a uno de de ellos, uno que se encuentra entre Tata y Guelmim, en el precioso pueblo de Amtoudi. Definitivamente debéis ir a verlos, uno, dos o una buena ruta. Ha sido uno de los descubrimientos del viaje (y ha habido muchos).

Los graneros o Agadirs son un rico patrimonio arquitectónico y cultural. Un Agadir es un granero colectivo fortificado. Muchos de ellos se encuentran en la zona del Anti Atlas, dispersos por toda la cordillera, principalmente en el noroeste de la región. Algunos de estos graneros fueron abandonados y reutilizados con otras funciones, sin embargo, muchos de ellos se mantienen en buenas condiciones, incluso, conservan una parte de su funcionalidad. Tienen vocación defensiva y de almacenamiento de los bienes (cosechas familiares, manuscritos, actas …) de una comunidad. Básicamente, es el “banco” de las tribus de Souss Massa pero sobre todo el símbolo de una organización tribal armoniosa. Cada família disponia de una pequeña habitación cerrada bajo llave que se heredaba de padres a hijos. Destaca la figura del Amin, que era el guardián del granero que abría y cerraba el granero colectivo y que accedía a los habitáculos en altura.

Gracias a José Javier visité en Amtoudi el agadir Agelluy, que está perfectamente reformado por una Organización internacional, pero bajo tutela de una arquitecta marroquí. Me quedé con ganas de visitar el otro Agadir de Amtoudi, el llamado de Id Aysa, pero ya no teníamos más tiempo. Los días de noviembre son muy cortos y la luz solar escasa. Demasiadas cosas a ver y hacer.

Durante el camino de acceso, las vistas del pueblo y del cañón son espectaculares.

En ese cañón, encontraréis piscinas naturales aptas para el baño. Un complemento ideal en verano.

El Amin nos acompañó y nos enseñó todo el Agadir explicando multitud de detalles. Sinceramente, vale mucho la pena la visita. Es uno de esos secretos que guarda la cordillera del Anti Atlas y Marruecos. No dejéis de visitar, como mínimo uno.

Si queréis saber más, contactad con José Javier Lanzarot.

jota@atarexperience.com

Insta @atarexperience

El cementerio europeo de Marrakech

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Cementeriorak1

Al cementerio europeo de Marrakech algunos lo llaman el cementerio cristiano, pero no solo hay  tumbas católicas también las hay protestantes, ortodoxas, budistas, sintoístas, de casi todas las religiones que se practican en Europa además de agnósticos y ateos. El nombre de «cementerio europeo» se utiliza en otras ciudades de Marruecos para diferenciarlos de los cementerios musulmanes y judíos.

Está situado en el corazón de Gueliz, curiosamente al lado de la cárcel. Lo rodea un muro no muy alto desde donde se aprecian los colores de las muchas buganvillas que rodean el cementerio.

murocementeriorak

No es una visita muy turística la de este cementerio aunque he sabido que existe un turismo de cementerios.  A mi no me hacía mucha gracia entrar, pero era una visita pendiente y como hoy hacía un día soleado y brillante y además pasaba cerca he pensado que ahora o nunca. Así que he aparcado el coche en el descampado del delante y he accedido.

Por supuesto que no había nadie más dentro. Soledad total. Unos guardianes a la entrada que te miran extrañados y un acceso sencillo como de cualquier otro cementerio europeo. Curiosamente un cartel prohíbe la entrada de motos y bicicletas al cementerio ( pero mientra entraba, salía una bici de dentro…en fin, Marrakech).

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El cementerio está un poco abandonado y tal vez por eso me ha impresionado aún más. Un monumento con su inscripción:«Aux combattants français et marocains qui ont donné leur vie pour la liberté». En la intersección de las dos vías principales del cementerio.

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A su izquierda el llamado Carré Français, un cuadrado en donde hay cientos cruces de color blanco con algunas inscripciones de nombres y fechas. En otras simplemente no hay nada. En este camposanto están enterrados los muertos franceses de la guerra colonial. Un cartel explica la historia. Y dos mástiles sin banderas me hacen pensar que aquí se celebra de vez en cuando algún homenaje a los muertos.

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En definitiva, un lugar con historia y que forma parte de esta ciudad y de los ciudadanos no musulmanes que viven en ella.

La Asociación A.S.A.M quien cuida de este cementerio, es la firmante de esta inscripción y del olivo, aquí solo puedo deciros que un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Cementeriorak2

  “Amigo, tu que pasas delante de este olivo que sepas que sus raíces encierran todo el amor de los ancianos de Marrakech por esta tierra marroquí que nunca olvidaremos.”

Anécdotas en un taxi de Marrakech

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Hoy recordaba los taxis de Marrakech y he pensado que era divertido volver a leer el post que publiqué en el 2014.

Iba haciendo las fotos dentro del taxi e iba riendo sola.

Se me ha hecho tarde. Tengo que ir a Djemaa El Fna. Salgo rápido a Mohamed V, no tengo tiempo de seleccionar un taxi. El primero que veo, alzo la mano para pararlo. Se establece el rápido diálogo:

Anabel: A Djemaa el Fna, por favor.

Taxista: Waja

En el caso que el taxista no vaya en esa dirección, ni te mira. Se despide a la francesa y se va, dejandote a tí ahí con cara de…ah, vaya. Muchas gracias. Antes me enfadaba, ahora me da igual.

taxirak3

Esta vez, le va bien la dirección. Entro al taxi atrás, delante está ocupado por un chico muy grande que me impide ver casi todo el panorama delantero. En cuanto cierro la puerta, el taxista acelera y casi derrapa. Upppsss, me ha tocado uno de los locos. En ese momento pienso en atarme el cinturón y rezar. Pero entonces es cuando descubro que:

taxirak

El cinturón de seguridad en este taxi se usa para sujetar los asientos de delante.

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Que no cunda el pánico…intentaré bajar un poco la ventanilla para que me entre el aire y abstraerme de la conducción temeraria del taxista.

Bravo, no hay ningún tipo de herramienta para bajar la ventanilla…ni siquiera para abrir la puerta.

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Genial, me ha tocado EL taxi…ese al que no quiero subir nunca. En ese momento, recuerdo el porqué, aunque tenga mucha prisa siempre intento “seleccionar” a los taxis que voy a coger.

Para vuestra información, llegué bien al destino, incluso el amable chico de delante me invitó a tomar un café. No gracias, otro día. Eso es lo bueno de los taxis compartidos de Marrakech. Que haces «amigos» …