Mes: diciembre 2022

Baraka en Tamagroute

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Baraka es la magia de algunos lugares, de algunas personas, de algunos objetos, una magia buena que aprovecha quien la recibe. Percibirla es estar en la Fitra, es haber recuperado esa dimensión en la que se está íntimamente ligado a la vida y sus energías.

Me acerqué al Morabito del fundador de la increíble biblioteca de Tamagroute (en Zagora) para admirar su puerta de madera. Esa puerta me miraba desde sus cientos de años y entonces invoqué para obtener baraka.

Fórmula: con las dos manos sujeté las arandelas de la puerta y golpeé tres veces sobre los pivotes dorados. TRES. Y volví a dejar las arandelas de metal en la misma posición que se aprecia en la foto. Esas eran las instrucciones que me habían dado para mi Baraka.

Parece que ese gesto se debe hacer cada semana para obtener baraka, yo lo hice una vez y espero que me proteja hasta el año próximo, que prometo volver.

El Riad, Le Petit Ciel, en Marrakech

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Recuerdo muchas veces mi vida en el Riad. Hace ya muchos años.

Gestionar un Riad es un trabajo de mucho detalle, de muchas pequeñas cosas. De hecho, quien decide alojarse en un Riad en la Medina y no en un hotel de Gueliz es porque le apetece impregnarse de vida marroquí y por tanto, significa que tiene sensibilidad especial para captar todos aquellos detalles que garantizaran una estancia “distinta”. Por eso, gestionar un Riad requiere un plus de estrés para que todo esté perfecto.

Por eso, entrar en el Riad Le Petit Ciel de mi amiga Raquel y su marido Saïd, es un placer visual. Cinco habitaciones alrededor de un precioso patio. Ha sabido cuidar todo aquello que valoro. Una cama magnífica, una habitación perfectamente climatizada, un baño con presión de agua, toallas preciosas y todo decorado para hacerte soñar. Pero eso no es lo mejor, lo mejor son sus desayunos. ¡Qué maravilla!

El Riad está entre la Place des Épices y la llamada Place del Mercado. Una ubicación perfecta para pasearte por la Medina sin alejarte demasiado de Djemaa El Fna.

Ganas de volver una y mil veces a este rincón de paz y sosiego.

Riad Le Petit Ciel

Marruecos: +212 661230638

España: +34 699214082

¿Zonas peatonales en la Medina?

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Es verdad que Marrakech no es una ciudad precisamente para relajarse. No es una ciudad de tempos tranquilos. Pasear por su Medina es casi como vivir una especie de gincana. Vas haciendo eses para evitar los vendedores que recurren al manido “Más barato que en Mercadona” a la que ven que hablas castellano o intuyen que vienes de España por tu vestimenta (de este tema ya he hablado antes, son unos cracks identificando nacionalidades por la ropa y complementos y look en general que llevamos), evitas las bicicletas, los vendedores ambulantes que te ponen delante de la cara su género, los carros llenos de mercancía al grito de Balak, o las mulas que arrastran material hacia las tiendas. Las callejuelas estrechas tampoco facilitan el tráfico cruzado de marrakchís y turistas que invaden los zocos, pero más o menos podríamos ir tirando si solo fuese “eso”.

El tema delicado, es que las MOTOS en la Medina son de un peligro increíble. No solo que haya cientos de ellas circulando por las callejuelas, es que, además, los jóvenes que las usan van a una velocidad dramática en medio de todo el caos. Se ponen nerviosos y nerviosas si al oír a tu espalda una moto, no te apartas de inmediato. Te tocan el claxon en el mejor de los casos, y en el peor te pasan rozando la pierna, la cadera, el brazo, la cabeza (o las dos cosas a la vez). Ya sabéis, siempre tienen prisa para ir a ninguna parte. Yo suelo ir muy ladeada a la derecha para evitar cualquier conflicto. Pero cuando te ladeas a la derecha, casi caes en un negocio y entonces es el propietario que te comienza a preguntar cosas. Hay poca escapatoria en la Medina.

Entiendo que el uso de las motos es necesario en un ecosistema como la Medina en donde viven muchas personas y es su medio de locomoción, pero en mi opinión, la Wilaya debería cuestionar la viabilidad de prohibir el uso de las motos en las arterias más importantes del zoco para evitar accidentes. O pensar en otras soluciones que pudiesen solventar ese peligro.

Vamos, lo que vulgarmente se llama ZONAS PEATONALES. No es que yo haya inventado nada ¿eh?.

Una mujer empoderada en Sidi Ifni

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Una mañana cualquiera en Sidi Ifni, en la calle principal. Los cafés, como siempre llenos de hombres. Algunos solos, otros en compañía. Degustando un café o un te de desayuno. Dejando pasar las horas. Como siempre, no hay mujeres.

Un momento, ¿quién es ella? Una mujer sola y joven está tomando café en la terraza de un bar conocido de Sidi Ifni. Una mujer sola y revisando su móvil. A su lado, una maxi pantalla de Tv que repite jugadas del Mundial. Una imagen que sería habitual en cualquier otro lugar de Europa pero que en Sidi Ifni no es nada habitual.

Me quedé con ganas de sentarme con ella y charlar. Preguntarle que hace, a qué se dedica, intercambiar opiniones, y saber más de una mujer aparentemente empoderada en un lugar como Sidi Ifni.

Me quedé un rato ahí, por si su marido o hermano hubiese ido al baño, pero NO. Estaba sola y tranquila. Esbocé, casi sin querer, una sonrisa de sororidad en mi rostro.

Una imagen de normalidad necesaria.

Marruecos, no era solo fútbol

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Otro viaje, más aventuras, más energía y mucha más añoranza por vivir lejos de Marruecos.

En este nuevo viaje, me ha sorprendido ver como muchos de mis amigos y amigas que conozco desde hace años, han prosperado mucho y son propietarios de Riads, hoteles, agencias de viajes, restaurantes y que a pesar de los dos duros años de la pandemia parece que todo remonta y que el sector turístico está muy fuerte. Me han dicho que las perspectivas del 2023 son espectaculares y que se van a batir récords de turismo.

Mi viaje a Marruecos ha coincidido con muchos partidos del Mundial y con la increíble selección marroquí llegando a semifinales. Un hito histórico para un equipo africano. En cada victoria, incluso en la de la fase clasificatoria, miles y miles de personas han salido a las calles de pueblos y ciudades a celebrar el triunfo. ¿Pero era solo fútbol? Por supuesto que no era solo fútbol. Era una explosión de orgullo, una celebración conjunta de pertenencia, un grito de un pueblo que no tiene demasiados motivos para la celebración y el júbilo colectivo. El fútbol ha sacado a la calle a MILES y MILES de jóvenes. En esas demostraciones se aprecia la fortaleza del país, la juventud está por todas partes. En una de las miles de conversaciones que he tenido estas dos semanas, una persona sabia me hizo una reflexión. Marruecos es el futuro, Marruecos está llena de juventud. Esa alegría que transmite la juventud, esa despreocupación, esa sensación de que nada malo puede ocurrir que es una de las señas de identidad de la gente joven, la vivimos y respiramos por toda la geografía del país y tal vez, ahí radica su encanto. Las risas, la frescura, los jóvenes y niños por todas partes. Sobre todo, si lo comparamos con la “vieja Europa”.

Este post es un poco como el pote de especias de Raz el Hanout, un poco de todo. ¿Me permitís esta licencia, lectores?