Sitios a visitar
Y volví a visitar graneros, Tasguent
Desde que conocí de su existencia gracias a mi amigo Jota, y pude visitar los de Amtoudi me quedé con las ganas de ir a alguno menos conocido y más “alejado”. Así, imaginaba que sería una visita más audaz. Aunque francamente, Amtoudi no sería el centro del turismo ni la subida a los graneros fuese como un paseo a los Campos Elíseos. Sinceramente, no despiertan mucha atracción y creo que es porque no se les da suficiente atención institucional. Porque estas construcciones amuralladas en lo alto de las colinas tienen un encanto único. Son espectaculares y merecen totalmente la visita.

En este caso, el viaje era buscando el granero de Tasguent. No había muchas indicaciones en las webs, así que sabíamos que estaba después de las Gargantas de Ait Mansour y poco más. Esperábamos encontrar alguna indicación por el camino. Pero claro, NO HABÍA NINGUNA.

Estuvimos dando vueltas por la zona hasta que vimos a lo lejos, el granero encaramado en la colina y entonces ya vimos que teníamos que tomar una pequeña pista que nacía en la carretera.

Pero insisto, no hay ninguna señal que lo marque. Os dejo foto de la curva y del nacimiento de la pista por si os apetece la visita.

Al encontrar el acceso, decidimos aparcar abajo y subir a pie. No había nadie. Estábamos solos en la zona. Sabíamos que necesitábamos contactar con el amin para que nos abriera la puerta del granero, ya que todos disponen de un responsable que es quien abre y cierra la puerta de la fortificación.

Así que mientras subíamos se nos acercó un señor menudo y amable que no hablaba nada de francés y que nos indicaba que le siguiéramos. Y eso hicimos. Entendimos que estábamos delante del amin y estábamos tranquilos porque nos abriría la puerta.

Al llegar arriba, y antes de abrir la puerta nos pidió 50 dhs por persona. Era claro que era excesivo, pero le dijimos que 60 dhs entre los dos, y aceptó de buena gana. Así que le pagamos y él se giró para abrir la puerta, nos pareció extraño que abriera la puerta con un golpe de piedra, pero ya sabéis que en Marruecos las cosas no son muy normales, así que tampoco le dimos demasiada importancia. Como él no hablaba francés y mis conocimientos de dariya son pocos (por desgracia), hicimos la visita detrás de él, pero sin ninguna información adicional. Una pena, pensamos. Aun así, la visita mereció la pena. El granero es espectacular y se encuentra en muy buen estado de conservación. Mientras subíamos y bajábamos por las escaleras y salimos a la techumbre para contemplar la vista vimos como “nuestro” guía se estaba peleando con otro señor que de repente apareció en el granero. Hablaban y se gritaban en dariya de una forma MUY acalorada. Bajamos a ver qué pasaba y nos explicó el nuevo personaje que, en realidad, el verdadero amin del granero era él y no el otro. Le dijimos que no le habíamos visto hasta ese momento. Entonces nos preguntó cuánto habíamos pagado de entrada, al decirle que 60 dh se volvió loco y casi agrede físicamente a su “suplente”. Les tuvimos que separar para que la cosa no llegara a más. El nuevo, sin ningún atisbo de vergüenza, nos dijo que debíamos pagarle a él. Obviamente, le indicamos que pactaran entre ellos lo que consideraran adecuado pero que nosotros íbamos a acabar la visita e irnos por el mismo sitio que habíamos llegado. Amablemente pero contundentemente. De repente, el hombre se desvaneció. Y el primero seguía acompañándonos por el granero esbozando una sonrisa muy pícara. Cuando ya estaba todo visto, nos dirigimos a la puerta (recordar que son fortalezas con una única puerta de acceso). Para nuestra sorpresa, la puerta estaba cerrada y con unas maderas bloqueada por dentro con el señor esperándonos sentado. Llegamos y nos dijo, de aquí no salís si no me pagáis de nuevo la entrada. Sinceramente, fue muy desagradable. En ese momento y en cuestión de segundos, y lo mejor, sin mediar palabra entre nosotros, resolvimos el problema. Mientras yo abría la puerta y sacaba las maderas que apuntalaban la puerta, mi amigo se enfrentó al “guardián” que gritaba que, si nos íbamos, nos íbamos a arrepentir y varios insultos. Por supuesto, no nos consiguió amilanar ni un segundo. Así que salimos por la puerta y él enfadadísimo, comenzó a bajar la colina a toda velocidad dirigiéndose a nuestro coche. Lo vigilábamos con la mirada porque si hacia algo, íbamos a denunciarlo a la policía…pero nada, solo teatro. Se paró delante del coche y comenzó a hacer fotos a la matrícula y nada más. La vida es puro teatro.

Si os preguntáis que iba haciendo el otro señor mientras tanto, nada, se iba riendo, pero en ningún caso nos ayudó con el tema de la puerta. Además, nos pidió que lo acompañáramos al pueblo de al lado con el coche porque suponemos con el dinerillo extra que se llevó, se fue a comprar comida, tabaco o lo que fuese. Un dinero bien recibido por inesperado. Picaresca nacional.



Dos accesos para ver una misma kasbah
Esto es uno de esos ejemplos que me divierten de Marruecos.
No sé si habéis estado en la Kasbah de Amridil en el palmeral de Skoura. Muy cerca de Ouarzazate.

Pues en eso que dices, ¿qué os parece una visita a la Kasbah? Venga, vamos. Y os hacéis unos kilómetros y entráis en el palmeral y en seguida aparcáis en la imponente fachada de la kasbah. Hasta aquí, todo bien. El problema viene ahora.
Miráis la Kasbah buscando la entrada y de repente observáis a la derecha una puerta y un cartel que pone, Entrée Officielle-Kasbah Amridil y a vuestra izquierda, otra puerta que pone, Entrée principale-Kasbah Amridil.

Vale, ahí estáis, pensando la diferencia entre oficial y principal.
Pues nada, que los herederos de la kasbah no se pusieron de acuerdo en la explotación de las visitas y se partieron la propiedad en dos. Y más chulos que un ocho, hacen dos visitas de cada mitad de la kasbah.

Cada visita cuesta 40 dh por persona, es decir que si quieres verla completa debes entrar y salir y pagar 40 dh+40 dh. Me encantan estas historias de Marruecos, surrealistas hasta decir basta.

El perfil amarillo marca la visita de la Entrée Officielle.
PD: yo recomiendo la Entrée Officielle porque tienes acceso a la terraza y buenas vistas sobre el palmeral y creo que aprecias mejor la importancia de la kasbah. Pero siempre os podéis dividir y luego os enseñáis las fotos.





Orígenes judíos en Marruecos, Ifrane del Anti-Atlas
Esta es la historia de un viaje en busca de los orígenes judíos en Marruecos. Este viaje hacia el interior del Anti-Atlas fue fascinante. No sabíamos muy bien que buscábamos (sabíamos de este lugar por algunas webs internacionales), pero sabíamos que no nos íbamos a ir de ahí sin encontrar las huellas de los primeros judíos que llegaron a Marruecos.

Parece ser que es muy difícil señalar con exactitud la antigüedad de los judíos en Marruecos, aunque se sabe que data de mucho tiempo. Entre múltiples comunidades que habitan este país existen tradiciones que la fijan en diferentes épocas, llegando algunos a señalar como fecha de llegada de los judíos a Marruecos la época del Rey Salomón. Esta tradición corre entre ciertas comunidades que habitan en el sur de Marruecos y en el norte del desierto del Sahara, principalmente en aldeas, y esta suposición ha sido señalada por el historiador Procop, quien habla de una ciudad llamada «Borrión», cuya situación fija en el lugar ocupado hoy por la ciudad de Ifrane, de la que afirma que en ella vivieron judíos en los tiempos del Rey Salomón. Basa sus afirmaciones en el hecho de que en tiempos del referido Rey, los habitantes de la antigua Fenicia, que recorrían con sus naves las costas del norte de África y las de Marruecos, llevaban con ellos en sus viajes a muchos súbditos del Rey judío, dada la amistad que existía entre éste y el Rey Hirab; y esos judíos, al igual que muchos fenicios, se quedaban en países que visitaban, fundando factorías o colonias en las que se establecían éstos junto con los fenicios.
Podría ser que en Ifrane Atlas-Saghir o Ifrane del Anti-Atlas (no confundir con Ifran de la región Fes-Meknès), se encuentre ese origen de la llegada a Marruecos de los primeros judíos. Para llegar a Ifrane del Anti-Atlas debes hacer una buena ruta de montaña y pueblos un poco aislados en el caso que vengas de Ouarzazate. En mi caso, aproveché para hacer noche en Tafraoute y disfrutar de este pueblo animado que es centro de senderismo. Desde Tafraoute visitamos un par de graneros (ya os haré un nuevo post), pero el objetivo era ir al sur para saber más del origen de los judíos.
Atravesamos las gargantas de Ait Mansour, rodeados de palmeras y siguiendo el cauce del rio. Este espectacular cañón, poco visitado, es una de esas rutas que aconsejo vivamente realizar. Totalmente asfaltado, es una ruta de una hora pasando por pequeños pueblos y siempre con espectaculares paisajes del palmeral y el cañón. Es uno de esos paisajes, que, si no estuviese en Marruecos, tendría miles de visitantes cada año. Pero aquí, hay tanta belleza y tantas opciones que queda muy difuminado en la zona y ciertamente está lejos de las rutas habituales. Pero os aseguro que casi puedes morir de síndrome de Stendhal en cada curva.





Después del cañón, vas buscando carreteras hasta llegar en unas horas a Ifrane del Anti-Atlas. No es un pueblo que invite a una estancia, de hecho, nuestra intención era solo la visita a la sinagoga, el cementerio y los vestigios que quedaran del pueblo original. Después queríamos llegar a Sidi-Ifni (como así hicimos).
No puedo deciros que llegar a la Sinagoga fuese fácil. De hecho, fue muy difícil. Pregunté a medio pueblo para que me indicara. Unos se hacían los tontos, otros me ignoraban y algunos me fueron dando las indicaciones para llegar un poco extrañados que me interesara por “eso”. No sé porque, pero pensé que la comunidad internacional judía tendría ahí un especial cuidado por estos vestigios, pero no era el caso. Finalmente, llegamos a una reja y vimos un cartel de un albergue que se llamaba, El Mellah, así que entendimos que debía ser ahí. Estaba la reja cerrada pero sin llave, así que abrimos la verja y entramos caminando (antes intentamos llamar a ese número del cartel, pero nadie respondió).

Bajamos la cuesta y encontramos un hotel sencillo que parecía cerrado de hace tiempo. No había ningún cartel o indicación. Así que comenzamos a caminar por la zona, entrando en campos de cultivo y un poco desesperados pensamos en abandonar la misión. Hasta que vimos un pequeño edificio pintado de blanco a lo lejos. Nos sorprendió y decidimos acercarnos.

La entrada en forma de laberinto nos hizo pensar que habíamos llegado. La puerta cerrada, sin llave nos invitó a entrar. Estábamos en la sinagoga. Probablemente, en la primera sinagoga de Marruecos. Un espacio que podría tener más de dos mil años y que parecía restaurado y blanqueado. Pero no había un alma. Nadie. La Nada. Nos sentimos un poco intimidados por el sitio, lo que representaba, el silencio, la energía que emanaba de ahí. Creo que las fotos no hacen justicia a la extraña belleza del lugar.





Salimos de ahí, sintiéndonos un poco intrusos. Por lógica, el barrio que rodeaba la sinagoga era la Mellah. Así que nos movíamos por todas aquellas edificaciones en ruinas imaginando todo lo que ahí había pasado. El pueblo debió crecer alrededor del rio que lo cruza y en medio del palmeral que debió ser espléndido y que seguramente convertía esa zona en un vergel. No queda ningún edificio en pie, solo ruinas.

No tengo idea de lo que pensaba encontrar exactamente, tampoco puedo deciros que fue una decepción. Creo que solo la visita a la sinagoga había merecido la pena.
Después de esa visita y antes de emprender viaje a Sidi-Ifni, decidimos que queríamos visitar el cementerio judío que creíamos albergaba miles de almas. Nos fascinaba la idea de encontrarlo, porque hacía unos días habíamos visitado el extrañamente hermoso cementerio judío de Marrakech. Llegar ahí, fue realmente otra odisea, porque nadie sabia de que le hablábamos. Al final pensamos que era toda una leyenda y que ese cementerio no existía. Pero sí, claro que existía. Aparcamos el coche en la carretera y ascendimos por el cauce seco del río hasta la puerta del cementerio cerrado y perfectamente cuidado y vallado.

¿Sabéis? Una puerta con la estrella de David nos impresionó en aquel lugar un poco recóndito.

Y creo que ahí fuimos conscientes de la importancia del lugar, miles de piedras (sencillas tumbas) indicaban ciertamente, que la comunidad judía de Ifrane del Anti-Atlas había sido muy numerosa. Y las paredes delimitando el cementerio, la puerta cerrada a cal y canto, la limpieza y el acceso final con escaleras y piedras pintadas de blanco nos indicaron que este lugar santo está protegido y cuidado.


Fue un momento ciertamente emocionante, no porque en ese momento pensara que yo era el Dr. Livingstone y había descubierto algo secreto, pero si era consciente que no era un lugar habitual del turismo ni mucho menos. Así que comenzamos a bajar caminando hasta el coche internamente satisfechos de nuestro “descubrimiento”.
Todo había ido demasiado bien para ser Marruecos, así que el país nos reservaba la sorpresa final habitual. Al llegar al coche, se nos acercaron unos cuantos ciudadanos que nos estaban mirando desde hacía rato. No nos sorprendió al principio, porque en un pueblo aislado, éramos una curiosidad y además habíamos preguntado a mucha gente primero por la sinagoga y luego por el cementerio y estábamos dando vueltas por el pueblo con el coche. Es cierto, que estaban particularmente ociosos y nosotros les generábamos curiosidad. Por eso no nos sorprendió que nos miraran atentos desde la carretera mientra íbamos al cementerio y volvíamos. Hasta aquí, lo normal y habitual. Pero de repente, mientras entrábamos en el coche para salir, se nos acercó a la ventanilla uno que me miraba fijamente sin pestañear. Haciéndome preguntas del tipo, de dónde sois, que hacéis, de dónde venís. Yo soy una experta en hacer de frontón ante tal exhibición de interrogatorio. Pero la verdad que un poco me intimidaba, sobre todo porque no podía arrancar el coche y salir, como quería, ya que se había asegurado de colgarse de la ventanilla para evitar mi salida. La «conversación» se me hizo eterna y poco a poco, fue aminorando la intensidad de su actitud. Una actitud que definiría como agresiva. Al final, me explicó que él era una especie de “guarda” de la comunidad judía y que quería saber quienes éramos y si éramos judíos pasáramos por una especie de despacho del pueblo para dejar copia de nuestro pasaporte y entrar en un listado. Le comenté, muy “sinceramente”, que con TOTAL SEGURIDAD lo haría la próxima visita a Ifrane. Que ahora no podía ser porque no teníamos tiempo ya que nos esperaban en un destino que no le comenté con exactitud, a pesar que él insistía en saber a donde íbamos. En fin, nunca sabremos la verdad de aquel hombre y cual era su verdadero cometido, si es que tenía alguno.
En definitiva, queridos lectores, una visita de esas que te llenan el alma y que te sorprenden. El momento que pasé en la sinagoga fue realmente mágico y profundo. Un instante que, si cierro los ojos, lo recuerdo profundamente.
Sidi Kaouki y una historia de amor
Mis amigos, muchos de ellos locos como yo por Marruecos. Una amiga en concreto, enamorada de Marruecos. Pasó unos días en Sidi Kaouki y se quedó prendada del lugar. Me hablaba con tanta pasión, que le pedí que lo compartiera con todos nosotros. Este es su relato..
Gràcies Rosa, espero contar con más textos tuyos por aquí.
Mi historia de amor con Marruecos empezó hace 10 años, en abril de 2004, vacaciones de Semana Santa, 10 días, circuito clásico en 4×4, Marrakech, Essaouira, Ouarzazate, Todra, Draa, Valle de las Rosas, Dades, desierto de Merzouga y Fez.
Fue un amor a primera vista, un coup de foudre, la plaza Jemaa F’na de noche, cruzar el Atlas con su paisaje cambiante, la preciosa Kasbah Ait Ben Haddou, el desierto, con esas dunas doradas, el silencio, las estrellas…..en fin, un reencuentro con la naturaleza en estado puro.
Marruecos es un país precioso, sus paisajes, sabores, colores y olores…… pero sin duda, lo mejor es su gente, amable, generosa y hospitalaria, especialmente los amazigh (berebers).
Después de tantos años, y muchos viajes por todo el país, desde Tánger a Merzouga, hoy quiero compartir mi último viaje este mes de julio a Sidi Kaouki, una pequeña aldea bereber en la costa, situada a 20km al sur de Essaouira y a 180km de Marrakech.
Quería hacer una escapada de relax en la playa para desconectar, mi primera opción fue Essaouira, pero en Ramadán se pone imposible, lleno de turistas y marroquíes que van buscando el fresco de la costa Atlántica, al final la búsqueda de alojamiento me llevó a Sidi Kaouki y como suele suceder en estos casos, la improvisación dio buen resultado.
Contacté con Víctor, valenciano instalado en Sidi Kaouki desde hace más de 4 años, propietario de un albergue “Casa Al Vent” y del Café Restaurante Al Vent , me ofreció una tranquila casa de alquiler con vecinos locales y pensé, por qué no?.
Llegamos a Sidi Kaouki desde Essaouira en taxi compartido (15Dhr – 1,5€ x persona).
La casa comparte el acceso al patio con las gallinas, burros y cabras de la familia vecina, está cerca de la playa (2 min. andando), tiene 3 habitaciones, baño y cocina, es una casa típica marroquí, con una terraza con vistas al mar.
Los vecinos, haciendo gala de la hospitalidad marroquí, nos dieron harira (sopa) para el iftar (primera cena del ramadán cuando se pone el sol) y huevos de sus gallinas.
Después de la cena íbamos a tomar un té en el Café de Víctor, que nos acogió y facilitó la estancia en Sidi Kaouki como si fuéramos de su familia, y con el que compartimos buenos momentos de opiniones, debates y política. Gracias Víctor.
Una noche cenamos en el Café Restaurante Al Vent, Víctor nos preparó una paella riquísima con centolla, erizos de mar y percebes, todo producto local pescado al día por Omar.
Sidi Kaouki es una pequeña aldea surfera, con un aire hippy de los 70, sin discotecas, ni grandes hoteles, ni bancos, ni farmacia, sólo tranquilidad, gente amable, playa inmensa, buenas olas para el surf y pescado fresco, si buscáis el paraíso, lo encontraréis en Sidi Kaouki.
Marhaba!
Experiencia sensorial
Hace poco, alguien me dijo que Marrakech era superficial. ¿Superficial? Si algo no es Marrakech es eso. Y por muchos motivos. Pero hoy no voy a desmontar esa afirmación con mil argumentos. Tal vez mañana o nunca. Que cada uno valore si Marrakech es superficial o no. Para cada uno de nosotros será lo que quiera que busquemos.
Hoy solo quiero sumergirme en una experiencia sensorial. Me voy al Hammam Les Bains de l’Alhambra para que me mimen. Un baño turco en donde me enjabonan delicadamente con el jabón negro marroquí para limpiar mi piel de polución. Luego un gommage enérgico para eliminar la capa de piel muerta de mi cuerpo. Más tarde una mascarilla corporal de argila y descansar el alma en el baño de vapor. Me duchan y me lavan el cabello.
Salgo para relajarme en la zona Chill-Out y mientras me hacen un masaje de pies noto que me aplican una piedra helada por el rostro mientras con una toalla humedecida en aromas exóticos me tapan el rostro para que mis ojos descansen. Una humeante taza de té me acompaña en esos momentos de introspección. Ya comienzo a no pensar en nada. Solo escucho a mi cuerpo en silencio. Casi nada ocupa mi mente, casi nada que no sea mi bienestar. Afuera queda el trabajo, las preocupaciones, el estrés. Dentro solo yo conmigo misma. Y aún queda un masaje relajante de 1 hora, en donde te abandonas del todo. Cierras los ojos y te relajas. Y tu cuerpo va desapareciendo. Ya no lo siento. Ligereza es la palabra que acompaña mi viaje de una hora. No sientes nada. Es casi el nirvana.
Pero todo en esta vida acaba, y sales al exterior. Mi cuerpo y mi alma han vivido una experiencia sensorial. Mis sentidos han recibido estímulos. Olores, tacto, texturas, gusto, sonidos e imágenes. Como todo en la vida, depende de la capacidad de abstracción que puedas tener. De tu capacidad para sentir, para dejarte llevar.
Marrakech es superficial dijo él. Sí, seguro.
Un domingo en la nieve
Después de dos días de lluvias, por fin vemos el sol. Un día espléndido, con un cielo azul intenso y las montañas del Atlas llenas de nieve al fondo.
Así que como es domingo decidimos unos amigos ir a ver la nieve. A una hora y media de Marrakech nos encontramos a casi 3000 metros de altura y con la estación de esquí de Marrakech. El Oukaimeden luce con todo su esplendor.
Las pistas llenas de nieve aunque solo funciona un remontador. El espectáculo que tienes alrededor no deja indiferente. Para casi todos, es la primera vez que ven la nieve y eso genera mucha alegría y nervios. Una nube de vendedores te sigue por todas partes, intentan venderte artesanía, que alquiles un trineo, que subas en burro a la pista, que alquiles unos esquíes y unas botas…no puedes respirar. Yo solo quiero paz !!! No es el lugar para eso. Si finalmente consigues que te ignoren y te dejen libre, te conviertes en el espectador de una película fascinante. A tu alrededor, suceden pequeñas historias que te hacen sonreír. Los trineos tuneados de una forma sensacional, son cochecitos de plástico con una placas de madera o plástico para deslizarse. Los burros que transportan montaña arriba a los que quieren descender con los trineos o con los esquíes.
Tiendas open-air para alquilar o comprar el equipo.
Clases particulares de esquí.
Caídas por todas partes, risas…sensacional.
Una escapada dominical a la nieve.
Piscinas en Marrakech
Hacía un año que no os hablaba del calor. He intentado no hacerlo, os lo prometo…pero es que cuesta mucho. Llevamos una semana muy pesada. Temperaturas de 45 y 49 grados. La única parte positiva, es que por las noches la temperatura baja un poco y nos da un respiro. Nos deja dormir…bueno, igual no tanto. Nos deja sudar mientras dormimos. Eso, exactamente eso.
Esta mañana, al abrir la ventana he visto ya que el día iba a ser duro, muy duro. Se veía un sol radiante y una capa espesa delante. Esa capa espesa era el calor. En teoría el oxigeno que respiramos está en estado gaseoso. Nos penetra en los pulmones y respiramos. Esta mañana, ese oxigeno entraba en nuestros pulmones como si fuese un estado líquido de tan pesado que lo sentía. Intentaba inspirar y notaba como ese oxígeno intentaba entrar y lo hacía poco a poco. Y ese sol…que cae como una losa. La sensación de calor intenso e irrespirable es difícil de explicar. Se debe sentir. Y os aseguro que en Marrakech en verano se siente. En días como este me pregunto…¿qué hago aquí? Con lo bien que estaría en la playa de la Barceloneta o en cualquier playita de mi Mediterráneo, cerca de mi Barcelona natal. Entonces, cuando esa sensación se apropia de mí…decido hacer algo. No quiero que me invada el calor y que llegue a afectarme emocionalmente. Terapia de shock.
DOMINGO DE PISCINA. Eso es, me voy al Nikki Beach con una amiga. Y entonces cargo el coche con una bolsita, el bikini, la crema solar y nada más. Recojo a mi amiga y hacia La Palmeraie. Allí se encuentra este lugar maravilloso. Una piscina enorme, música relax, hamacas con toallas, personal solícito…ambiente agradable. Y entonces te estiras en tu hamaca y te sumerges en la piscina. Mejor dicho te metes en la piscina y no sales. Ahí es donde se puede estar, el único sitio posible en un domingo como éste. El agua de la piscina. Esto es vida, respiras por fin y comienza tu cuerpo a agradecerte esta escapada.
Marrakech tiene dos súper piscinas, estilo Ibiza. El Nikki Beach y la Plage Rouge. Las dos son RECOMENDABLES 100% para pasar el día. Solo que la Plage Rouge ha cambiado de dueños y por ahora no tienen licencia alcohólica. Eso está afectando un poco su rendimiento y hace que mucha gente opte por el Nikki Beach.
Además de estos dos lugares, hay infinidad de piscinas para descubrir.
¿Os hago una lista?
PISCINAS INFANTILES:
Oasiria. La más conocida de las piscinas infantiles y de toboganes.
Aqua Park. Más nueva y dicen que con más divertimento que la otra.
PISCINAS DE HOTELES
Atlas Golf. Day Spa dependiendo del día de la semana con opciones de precios.
Delano. Hotel urbano. Un Day pass que da acceso a: almuerzo Light japonés, acceso a las tres piscinas y un masaje de 45 min.
Mooï (en su azotea ). Hotel urbano.
Palace Es Saadi. Venden un Pass que da acceso a la piscina interior, exterior y al Spa.
Jardin d’Inès. Los domingos con brunch a pié de piscina.
Manzil la Tortue. Con camas balinesas y una piscina de 400 mts2.
PISCINAS EN EL CAMPO. Afueras de Marrakech
Jnane Tihihit
Oliveraie de Marigha
Le Diamant de Zaraba
Dar Nanka
Kasbah Igoudar
Le Bled
Manzil La Tortue
Estos son Hoteles Rurales que tienen piscinas y ofrecen una fórmula acceso+almuerzo. Mucho más pqueñas que la de los Hoteles convencionales pero también mucho más familiar y accesible económicamente.
PISCINAS CLUB BEACH
Myah Bay
La Plage Rouge
Nikki Beach
DIFERENTES
Murano. La única pisicina ROJA de Marrakech. Sábado, barbacoa party y domingo Brunch.
Le jardin des Senteurs. Una inmensa piscina sin cloro ni productos químicos. El número de clientes está limitado a 25. Reserva necesaria.
Mi preferida :
Beldi Country Club. Una institución en Marrakech. Una piscina rectangular en medio de un hermoso jardín. Formula entrada+almuerzo.
Aquí no hay playa ¡¡¡ pero hay piscinas !!!!
Terrazas de Marrakech
Íntimas o populares, chics o sencillas y austeras, míticas y históricas, divertidas o serias….terrazas de Marrakech, siempre frescas, siempre inolvidables…he hecho una selección MUY PERSONAL de las mejores terrazas de la ciudad. Cada una de ellas tiene su momento, un instante que las hace diferentes…hasta en esto Marrakech es única.
Para desayunar
Extrablatt. En el barrio residencial de Hivernage. Packs de desayuno muy apetecibles…enorme zumo de naranja, mermelada, pan con mantequilla, croissant, fruta…Una terraza amplia con mesas muy grandes. Servicio amable, packs a partir de 30 Dh.
16Cafè. En pleno verano solo la recomiendo en la hora del desayuno. Está ubicada a pleno sol y los parasoles no bastan para frenar el calor….en las mesas cercanas a la pared hay brumizadores…pero no bastan. De todas formas, la mejor pastelería de la ciudad merece una visita para un desayuno temprano. No perderse los milhojas de crema y el “eclair” de chocolate. Buen café.
Dino. En la misma Avenida Mohamed V. También ofrecen paquetes de desayuno francamente bien de precio. Su fuerte son los helados y los crepes. La terraza es muy grande y con brumizador de agua. El café extraordinario. Dino ya existe en España y no deja de ser un gusto conocido que se aprecia desde aquí.
Para tomar algo a cualquier hora
Le Lawrence Bar. Es el emblemático bar del Sofitel, elegante y cerca del hermoso jardín. Unos 240 Dh por una copa de champagne y 130 Dh por Wine Flight (un pequeño pasaporte degustación alrededor del vino).
Míticas
Cafè de France. Situado en la Place Djemaa el Fna, uno de los locales más míticos de la ciudad. Su terraza ha visto pasar la historia de Marrakech en los últimos 50 años, nada sofisticada y muy cosmopolita. Juan Goytisolo toma su te a la menta cada día a las cinco en ella.
Les Negociants. Situado en la esquina de la Mohamed V con….esta terraza está ubicada en la zona de más transito del Barrio de Gueliz. Todo el mundo que se mueve en el barrio pasa por delante de ella, si quieres que nadie te vea…no vengas aquí. Vendedores de relojes, de gafas, limpiadores de botas, de frutos secos…no hay paz en ella. (Lleva más de un año de reformas, dicen que lo abrirán este verano).
Para comer/cenar
Informales;
Cafè des Èpices. Con su decoración austera pero practica, sus mesas sencillas de madera, sus taburetes, su escalera imposible para patosos, su único baño para todos, su carta limitada y básica, pero a la vez completa….y sobre todo, al hecho que encontrar un local en la Medina donde comer un plato no demasiado caro y con cierto gusto europeo.
Chics:
Le Gran Cafè de la Poste. Terraza muy chic y cómoda en el Barrio de Guéliz en uno de los locales más elegantes de la ciudad. Si el calor no da tregua, encienden los brumizadores de agua en la terraza y convierten la comida en uno de los momentos más “frescos” del día. Lugar de encuentro de todos los europeos que viven en la ciudad roja. Buena selección de ensaladas, carnes, pescados y extensa carta de vinos.
Cosmopolitas:
L’Entrepotes. Un pequeño secreto para descubrir. Una entrada discreta se abre a una terraza preciosa y con una buena oferta de ensaladas y platos de cocina internacional. Una de los puntos fuertes del local, es que está muy bien situado pero al estar detrás de la Avenida Mohamed V es difícil encontrar turistas aquí. Buen ambiente.
Cools:
Mooï. Este hotel urbano situado en el barrio del Hivernage, es un lugar sencillo pero para mi gusto una preciosa terraza completamente desaprovechada. En realidad son dos terrazas en una. La exterior, está casi siempre vacía porque está como desangelada. Cuando no debería ser así porque la ubicación es excelente, casi en frente del Extrablatt. En cambio, la terraza interior es muy sugerente. Cuando cae la tarde, levantan el toldo y mezclan música Chill Out. Copas muy bien servidas y Happy Hour. Una de mis favoritas para tomar algo en buena compañía.
Turísticas (no exentas de belleza):
Kosybar. Terraza en la Place des Ferblantiers ( Medina ). Hermosa vista desde la zona sur de la Medina, cerca de los nidos de cigüeñas en las murallas de la ciudad. Menú de noche sobre los 370 Dh por persona. Tienen licencia alcohólica y una buena selección de cervezas y cocktails.
Dejeneur a Marrakech. Una de las terrazas más esplendidas de la ciudad. No por su espacio, no por su maravillosa decoración, no por la cantidad de peldaños que debes subir…es sobre todo por una mezcla de comida buenísima, gran atención, por la soprepsa de encontrar una presentación de los platos sublime y tambien porque todo es delicado allí. En fin, ya veis que me gusta este sitio situado cerca del Palais Bahia.
Kasbah Café: Ha entrado con fuerza en esta lista de terrazas. Este restaurante/Bar abierto hace un año está situado en frente de la Necrópolis de las Tumbas Saaditas. Tiene dos restaurantes en la planta acceso y en la primera. En la tercera la espléndida terraza. Cuando menos te lo esperas, encuentras un restaurante fantástico en donde comes a un nivel poco habitual en la Medina. Cocina internacional y marroquí pero con un toque español ( gazpacho incluido ). Los propietarios son españoles y han sabido dotar al local de un encanto propio. Lo mejor es una visita para corroborar lo que explico.
Para merendar:
Ice Bianco. En la Route del Ourika. Si necesitas salir del bullicio de la ciudad, te encantará esta confortable terraza situada más allá de la discoteca Pachá. Aquí los crepes, zumos naturales, copas de helados son excepcionales. La terraza está muy bien decorada con sofás cómodos, y televisiones con video clips de música. Si no tienes coche, debes coger un taxi. En realidad creo que es el último edificio de la ciudad antes de coger la ruta del Ourika. Ambiente 100% Marrekchí de clase alta.
Paul. Desayunar, comer, merendar…da para mucho esta coqueta terraza. Una de las mejores panaderías de Marrakech y donde preparan mejor los dulces (con permiso del 16eme y del Amoud). Además de una terraza con brumizador, encuentras también tartas y crepes muy dulces para una merienda calórica. El café es aceptable y la terraza relativamente tranquila. Una franquicia internacional que aquí te sentará a gloria.
El mejor atardecer de la ciudad
La Terrasse des Épices. Está decorada sencillamente pero efectiva, quiere representar un espacio Chill Out….está ubicada en un segundo piso alrededor de unas antiguas galerías. En la zona central un patio que consiguen esconder con cañas y alrededor de él, todo el local. En una zona, 4 pequeños reservados para una cena íntima. Al fondo, la barra del bar y a nuestra izquierda, los salones abiertos. Todo, con sofás sencillos y muchos cojines. Aquí todo es rústico, nada de grandes sofisticaciones. Sofás de cemento colorado ( color rouge Marrakech ) y encima, cojines para poder estirarte o sentarte. Cuando la luz de sol deja de iluminar, te acercan los farolillos a la mesa para iluminar la carta (usan una pizarra tamaño XL que te traen hasta la mesa). De día, sombreros repartidos por las mesas, ayudan a los clientes a soportar el calor.
El atardecer, cuando se pone el sol…un momento mágico en esta terraza.
Terrazas, terrazas, terrazas….¡¡¡ SUMMERTIME !!!
(Este es un post actualizado del que escribí el pasado año de las terrazas de Marrakech.)
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