Gastronomía de Marruecos
Sencillamente, Najat
Conocí la historia de Najat a través de un conocido que me envió enlaces de entrevistas en revistas y diarios, de programas de radio, de todo. Estaba como fascinado por la historia de esta mujer y su interés despertó mi curiosidad. Revisé todo lo que encontré de ella y pensé en hacer un post para que la podáis conocer más. No solo su historia empresarial de éxito sino tal vez otros aspectos de ella que puedan resultarnos más cercanos y para descubrir su faceta más humana.

Ella tiene un voz hermosa y potente, puedes sentir su fuerza y energía a través de su voz. A veces están cosas suceden, que la energía fluye a través del teléfono y parece como si de repente la corriente pasara de un lado a otro. Eso me sucedió con ella.
Najat nace en un pequeño pueblo del País Vasco, en Orio. De origen marroquí. En su casa y de sus padres, aprende valores y una moral inmensa y enseguida comprende que era diferente y que lo iba a ser toda la vida. Comprende que solo a través de la bondad podría llegar a todas aquellas personas que la veían diferente por su color de piel, o por las diferencias culturales. También descubre de su tierra de nacimiento el concepto de las fiestas, la gastronomía y sobre todo que la vida es dura y que para sobrevivir hay que ser más dura que la vida. Najat es fuerte, salvaje y su sinceridad asusta, porque muchas veces la verdad cuando se muestra crudamente, da miedo.
Najat es, sobre todo, una mujer libre, que entiende el concepto de emigrante como un concepto administrativo, pero ajeno al ser humano. Una mujer que vive y ha vivido en diferentes lugares y que, teniendo su nacionalidad española por nacimiento, entiende que no hay fronteras más allá de las que tu misma te marques. El emigrante no siempre es por necesidad, también por cultura, por negocios, por amor, por curiosidad.

Najat tiene una profesión que le hace muy feliz. Una profesión creada y controlada por hombres. Como dice ella…creada por hombres en la tierra y en el cielo como eufemismo de POR TODAS PARTES. Pregunto a Najat si se siente cómoda como mujer y empresaria en Marruecos y ella me recuerda lo obvio y que muchas veces nos olvidamos. No hace tanto que España era un mundo retrógrado, nuestro país ha evolucionado muy rápido y los últimos 60 años ha dado un cambio tremendo. Seguramente Marruecos va a evolucionar, a su ritmo.
Najat no solo es empresaria, es mucho más. Quiere hacer «política» a través de la cocina. Quiere unir seres humanos. Motivar y ayudar a las mujeres para que tengan la fuerza necesaria para luchar por sus sueños.

¿Sabéis como imagina su futuro? Se lo imagina escribiendo, contando historias, entreteniendo, sacando una sonrisa al frutero, al carnicero, a la señora que se encuentra cada día cuando sale a la calle. Su filosofía de vida se basa en la simplicidad de hacer feliz y ser amable con las personas que le rodean. También quiere tender puentes entre Marruecos y España. A través del respeto por las diferencias culturales, religiosas o de tradiciones. Fijar la vista también en aquello que nos une. Comenzando por el Mar Mediterráneo, y por las olivas, el aceite, las especies, los polvorones, la ensaimada, el turrón, la historia compartida. Compartimos magia ambas ribas del Mar Mediterráneo. Y esa magia nos debe acercar y no alejar.
Najat no quiere ser famosa, quiere ser importante, pero en un sentido de trascendencia. Si alguien a quien ha conocido, ha aprendido alguna cosa a través de ella, ya se siente importante y ese hecho ha dado sentido a su vida.

Najat pasaba los veranos de su infancia en Fez. Realizaban el viaje en coche desde Donosti a Fez para visitar a la familia y disfrutar los meses de calor. En esos veranos, Najat vivía intensamente sus orígenes. Tomando leche fermentada, buscando la menta en los mercados de la mañana, viendo los artesanos trabajando la madera, sintiendo los perfumes y los olores auténticos de las cosas sencillas. Disfrutando del agua fresca que bajaba de la montaña como aquel que degusta un refrescante helado de vainilla a 40 grados. Los arboles de granadina de su abuelo, los tíos fabricando instrumentos musicales. En esos veranos, Najat entendía que formaba parte de una doble cultura, y que ese sentimiento ampliaba su mente, la liberaba de perjuicios y la hacía más libre aún.

Pregunto a Najat sobre la soledad, sobre si su camino de viajes y éxito acarrea mucha soledad. Como bien dice Najat, la soledad te enseña quién eres tú cuando te miras al espejo. Hay que saber vivir solo para saber vivir en comunidad. Estar sola le ha ayudado a entenderse y saber que busca y que quiere en la vida. A la gente le da miedo la soledad y por eso se rodea de personas, para no enfrentarse a la verdad. Ella se siente querida por mucha gente y busca la soledad cuando la necesita para escucharse a sí misma.

Para Najat su trabajo es alegría y a través de la gastronomía quiere contar una historia, no cualquier historia, SU HISTORIA. Quiere que cuando nos sentemos en su restaurante, nos olvidemos de todo y nos centremos en el plato que tenemos delante. Quiere que sintamos, que nos dejemos llevar y que disfrutemos. Que seamos felices también a través de ella y de su obra.
Espero que la pandemia pase rápido y podamos encontramos en Fez, en su restaurante NUR de la Medina. Su energía y determinación me han conquistado, amo a las personas fuertes y libres, y ella es de esas personas que no olvidas.
No sé si os he dicho que dicen de Najat, que es la mejor Chef de África.
Najat Kaanache, al frente del mejor restaurante de África. Najat ha vivido, aprendido y trabajado en muchos restaurantes de Estrellas Michelín: Noma, Alinea, The French Laundry o El Bulli.
Restaurante NUR, 7 Zkak Rouah, Medina of Fes 30110 Morocco.
Contacto: +212 6 94 27 78 49
Raibi Jamila o soñar Marruecos en verano
Primavera, verano, invierno, otoño…no importa la estación, ni siquiera que su hija la tenga permanentemente en la piscina, no sé cómo lo hace pero Georgina tiene su receta cada mes para que podamos hacer nuestros pinitos en la gastronomía marroquí….hoy es fácil…nadie tiene excusa para no intentarlo…ni siquiera yo.
Con este calor, no hay nada más refrescante que un buen zumo de frutas o… un raibi Jamila! Este batido forma parte del imaginario marroquí, todos los marroquís lo conocen y han crecido con él. Es un yogur líquido, dulce, muy dulce, con sabor a granadina, que tanto se consume como batido como se le clava una cuchara y se congela. Desde luego, si estamos en Marruecos sólo tendremos que acercarnos a la tienda de la esquina para degustarlo, pero si estamos en el extranjero la cosa se complica. Por ello os traigo esta receta que aunque no sea la auténtica 100% sí nos puede servir para recordarnos un poco el Marruecos en verano.
Las cantidades son variables en función de nuestros gustos y los ingredientes que tenemos a mano. Por ejemplo, el lben que yo compro es bastante ácido, por lo que le pongo bastante azúcar para corregirlo, al igual que con el yogur, si utilizamos uno «griego» con fresas podremos rebajar la leche en polvo a sólo una cucharada.
Ingredientes
500 ml de lben (en carnicerías marroquís)
4 cucharadas soperas de granadina
1 yogur sabor fresa
5 cucharadas soperas de azúcar
2 cucharadas soperas de leche en polvo
Unas gotas de extracto de vainilla o un poco de azúcar avainillado
Una pizca de colorante rojo (facultativo)
Preparación
Nada más sencillo, batir todos los ingredientes con unas varillas o con un minipimer. Reservamos en el frigorífico y servimos.
Y si el calor aprieta y tenemos alguna princesa en casa, lo ponemos en moldes para hacer helados, congelamos, y degustamos!
Besaha wa raha, buen provecho!
Dulces de Ramadán
Georgina nos muestra platos de las mesas del F’tour. La gastronomía es cultura, la gastronomía nos ayuda a entender mejor su cultura. Nos acerca a su intimidad, a esos momentos en familia en los que los marroquíes no son solo un individuo sino que se convierten en un grupo. En Marruecos nunca están solos mientras esté la familia. Y en las noches de Ramadán es cuando el concepto tribal se siente más fuerte que nunca. Cualquiera que haya cenado en família durante el F’Tour puede apreciarlo.
Gracias Georgina por ayudarnos a conocer mejor este maravilloso país y sus gentes.
El sellou es uno de los dulces más característicos de Marruecos. Llamado también sfouf o zammita, comparte con las famosas chebakkias el honor de ser las dos delicias más representativas de ramadán. Aunque el sellou se prepara también para grandes ocasiones, como el nacimiento de un niño.
Hay incontables recetas de sellou -tantas que por esto hay tres denominaciones diferentes-, pero la base es siempre la harina tostada, las almendras, la miel y el aceite. A partir de aqui se le añaden gran variedad de frutos secos y especias, como el anís verde, canela, hinojo, cardamomo o nuez moscada. En todo caso, todas las variedades son tanto o más deliciosas unas que otras.
Es una receta muy fácil de hacer y con la ventaja de que no depende de cantidades fijas, poniendo un poco más o menos de algun ingrediente sale igualmente delicioso. Y se conserva bien durante mucho tiempo (excepto si añadís nueces, ya que se enrancian pronto).
Ingredientes
500 gramos de harina
250 gramos de sésamo tostado
250 gramos de almendras enteras y peladas
250 gramos de azúcar glacé
250 gramos de mantequilla
Unos 150 mililitros de miel
1 cucharada sopera de anís verde molido
1 cucharada sopera rasa de canela molida
Unas perlas de goma arábiga (meska horra en darija, facultativo)
1 pellizo de sal
Preparación
El día anterior, tostamos la harina en el horno a temperatura media o en una sartén en seco, revolviendo constantemente para que no se nos queme. Nos tomará una media hora. Debe quedar con un tono de café con leche, y debemos tener en cuenta que cuando le unamos el resto de ingredientes, el color se oscurecerá mucho.
También pelaremos las almendras si es el caso. Las ponemos en un cazo con agua, las llevamos a ebullición y apagamos el fuego. La piel se habrá reblandecido y saldrá fácilmente. Se remojarán un poco, pero dejándolas en un plato al aire se secarán solas.
Al día siguiente, freíremos las almendras en una sartén con aceite de girasol o bien las tostaremos al horno o en una sartén en seco, esto es a nuestro gusto. Una vez fritas o tostadas, les añadiremos el sésamo, reservando aproximadamente un cuarto del total. Picamos finamente. Añadimos el anís, la canela, el pellizco de sal y la meska horra y seguimos triturando.
Ponemos la mezcla en un gran plato y le añadimos el azúcar glacé. Aparte, de las almendras y sésamo reservado, guardamos unas cuantas almendras enteras para la decoración y trituramos el resto con el sésamo unos segundos, dejándolo con textura gruesa. Lo añadimos a la mezcla anterior de almendras, sésamo y azúcar.
Tamizamos la harina tostada y la añadimos a la mezcla de almendras y sésamo.
Fundimos la mantequilla y la añadimos a la mezcla junto con la miel. Mezclamos con las manos, deshaciendo los grumos. Ponemos la mantequilla poco a poco, pues según la cantidad que pongamos, nos quedará una mezcla más o menos compacta. En Marruecos se encuentra tanto la versión más compacta como la versión más granulada, con textura parecida a la arena de playa mojada.
Dejamos reposar al menos doce horas para que los sabores se asienten bien.
Podemos servirlo a la manera tradicional, en forma de pirámide decorada con almendras, o bien como cuando se sirve para las grandes ocasiones, en raciones individuales en una cápsula pequeña de papel o envuelto como si fueran pequeños caramelos… en cualquier presentación es igual de irresistible!
Besaha wa raha, buen provecho y muy feliz mes de ramadán!