marrakesch
Y volví a visitar graneros, Tasguent
Desde que conocí de su existencia gracias a mi amigo Jota, y pude visitar los de Amtoudi me quedé con las ganas de ir a alguno menos conocido y más “alejado”. Así, imaginaba que sería una visita más audaz. Aunque francamente, Amtoudi no sería el centro del turismo ni la subida a los graneros fuese como un paseo a los Campos Elíseos. Sinceramente, no despiertan mucha atracción y creo que es porque no se les da suficiente atención institucional. Porque estas construcciones amuralladas en lo alto de las colinas tienen un encanto único. Son espectaculares y merecen totalmente la visita.

En este caso, el viaje era buscando el granero de Tasguent. No había muchas indicaciones en las webs, así que sabíamos que estaba después de las Gargantas de Ait Mansour y poco más. Esperábamos encontrar alguna indicación por el camino. Pero claro, NO HABÍA NINGUNA.

Estuvimos dando vueltas por la zona hasta que vimos a lo lejos, el granero encaramado en la colina y entonces ya vimos que teníamos que tomar una pequeña pista que nacía en la carretera.

Pero insisto, no hay ninguna señal que lo marque. Os dejo foto de la curva y del nacimiento de la pista por si os apetece la visita.

Al encontrar el acceso, decidimos aparcar abajo y subir a pie. No había nadie. Estábamos solos en la zona. Sabíamos que necesitábamos contactar con el amin para que nos abriera la puerta del granero, ya que todos disponen de un responsable que es quien abre y cierra la puerta de la fortificación.

Así que mientras subíamos se nos acercó un señor menudo y amable que no hablaba nada de francés y que nos indicaba que le siguiéramos. Y eso hicimos. Entendimos que estábamos delante del amin y estábamos tranquilos porque nos abriría la puerta.

Al llegar arriba, y antes de abrir la puerta nos pidió 50 dhs por persona. Era claro que era excesivo, pero le dijimos que 60 dhs entre los dos, y aceptó de buena gana. Así que le pagamos y él se giró para abrir la puerta, nos pareció extraño que abriera la puerta con un golpe de piedra, pero ya sabéis que en Marruecos las cosas no son muy normales, así que tampoco le dimos demasiada importancia. Como él no hablaba francés y mis conocimientos de dariya son pocos (por desgracia), hicimos la visita detrás de él, pero sin ninguna información adicional. Una pena, pensamos. Aun así, la visita mereció la pena. El granero es espectacular y se encuentra en muy buen estado de conservación. Mientras subíamos y bajábamos por las escaleras y salimos a la techumbre para contemplar la vista vimos como “nuestro” guía se estaba peleando con otro señor que de repente apareció en el granero. Hablaban y se gritaban en dariya de una forma MUY acalorada. Bajamos a ver qué pasaba y nos explicó el nuevo personaje que, en realidad, el verdadero amin del granero era él y no el otro. Le dijimos que no le habíamos visto hasta ese momento. Entonces nos preguntó cuánto habíamos pagado de entrada, al decirle que 60 dh se volvió loco y casi agrede físicamente a su “suplente”. Les tuvimos que separar para que la cosa no llegara a más. El nuevo, sin ningún atisbo de vergüenza, nos dijo que debíamos pagarle a él. Obviamente, le indicamos que pactaran entre ellos lo que consideraran adecuado pero que nosotros íbamos a acabar la visita e irnos por el mismo sitio que habíamos llegado. Amablemente pero contundentemente. De repente, el hombre se desvaneció. Y el primero seguía acompañándonos por el granero esbozando una sonrisa muy pícara. Cuando ya estaba todo visto, nos dirigimos a la puerta (recordar que son fortalezas con una única puerta de acceso). Para nuestra sorpresa, la puerta estaba cerrada y con unas maderas bloqueada por dentro con el señor esperándonos sentado. Llegamos y nos dijo, de aquí no salís si no me pagáis de nuevo la entrada. Sinceramente, fue muy desagradable. En ese momento y en cuestión de segundos, y lo mejor, sin mediar palabra entre nosotros, resolvimos el problema. Mientras yo abría la puerta y sacaba las maderas que apuntalaban la puerta, mi amigo se enfrentó al “guardián” que gritaba que, si nos íbamos, nos íbamos a arrepentir y varios insultos. Por supuesto, no nos consiguió amilanar ni un segundo. Así que salimos por la puerta y él enfadadísimo, comenzó a bajar la colina a toda velocidad dirigiéndose a nuestro coche. Lo vigilábamos con la mirada porque si hacia algo, íbamos a denunciarlo a la policía…pero nada, solo teatro. Se paró delante del coche y comenzó a hacer fotos a la matrícula y nada más. La vida es puro teatro.

Si os preguntáis que iba haciendo el otro señor mientras tanto, nada, se iba riendo, pero en ningún caso nos ayudó con el tema de la puerta. Además, nos pidió que lo acompañáramos al pueblo de al lado con el coche porque suponemos con el dinerillo extra que se llevó, se fue a comprar comida, tabaco o lo que fuese. Un dinero bien recibido por inesperado. Picaresca nacional.



Curiosidades franquistas, en Sidi-Ifni

Si visitáis la preciosa plaza España de Sidi Ifni, os recomiendo que os acerquéis a mirar uno de los edificios administrativos españoles de la época colonial. Si alzáis la vista, veréis el emblema en piedra del famoso agilucho.

En su fachada totalmente abandonada, encontramos una bandera franquista. Muy curioso y lamentable, que nadie haya tenido interés en quitar este elemento de la dictadura de Franco.

La titularidad de este edificio puede ser que aún sea del Gobierno Español o que, en estos momentos, haya algún tipo de litigio sobre su propiedad. En cualquier caso, estoy convencida que se debería llegar a un acuerdo para retirar este símbolo franquista de la fachada del edificio.
Dos accesos para ver una misma kasbah
Esto es uno de esos ejemplos que me divierten de Marruecos.
No sé si habéis estado en la Kasbah de Amridil en el palmeral de Skoura. Muy cerca de Ouarzazate.

Pues en eso que dices, ¿qué os parece una visita a la Kasbah? Venga, vamos. Y os hacéis unos kilómetros y entráis en el palmeral y en seguida aparcáis en la imponente fachada de la kasbah. Hasta aquí, todo bien. El problema viene ahora.
Miráis la Kasbah buscando la entrada y de repente observáis a la derecha una puerta y un cartel que pone, Entrée Officielle-Kasbah Amridil y a vuestra izquierda, otra puerta que pone, Entrée principale-Kasbah Amridil.

Vale, ahí estáis, pensando la diferencia entre oficial y principal.
Pues nada, que los herederos de la kasbah no se pusieron de acuerdo en la explotación de las visitas y se partieron la propiedad en dos. Y más chulos que un ocho, hacen dos visitas de cada mitad de la kasbah.

Cada visita cuesta 40 dh por persona, es decir que si quieres verla completa debes entrar y salir y pagar 40 dh+40 dh. Me encantan estas historias de Marruecos, surrealistas hasta decir basta.

El perfil amarillo marca la visita de la Entrée Officielle.
PD: yo recomiendo la Entrée Officielle porque tienes acceso a la terraza y buenas vistas sobre el palmeral y creo que aprecias mejor la importancia de la kasbah. Pero siempre os podéis dividir y luego os enseñáis las fotos.





Una mujer empoderada en Sidi Ifni

Una mañana cualquiera en Sidi Ifni, en la calle principal. Los cafés, como siempre llenos de hombres. Algunos solos, otros en compañía. Degustando un café o un te de desayuno. Dejando pasar las horas. Como siempre, no hay mujeres.
Un momento, ¿quién es ella? Una mujer sola y joven está tomando café en la terraza de un bar conocido de Sidi Ifni. Una mujer sola y revisando su móvil. A su lado, una maxi pantalla de Tv que repite jugadas del Mundial. Una imagen que sería habitual en cualquier otro lugar de Europa pero que en Sidi Ifni no es nada habitual.

Me quedé con ganas de sentarme con ella y charlar. Preguntarle que hace, a qué se dedica, intercambiar opiniones, y saber más de una mujer aparentemente empoderada en un lugar como Sidi Ifni.
Me quedé un rato ahí, por si su marido o hermano hubiese ido al baño, pero NO. Estaba sola y tranquila. Esbocé, casi sin querer, una sonrisa de sororidad en mi rostro.

Una imagen de normalidad necesaria.
Marruecos, no era solo fútbol

Otro viaje, más aventuras, más energía y mucha más añoranza por vivir lejos de Marruecos.

En este nuevo viaje, me ha sorprendido ver como muchos de mis amigos y amigas que conozco desde hace años, han prosperado mucho y son propietarios de Riads, hoteles, agencias de viajes, restaurantes y que a pesar de los dos duros años de la pandemia parece que todo remonta y que el sector turístico está muy fuerte. Me han dicho que las perspectivas del 2023 son espectaculares y que se van a batir récords de turismo.
Mi viaje a Marruecos ha coincidido con muchos partidos del Mundial y con la increíble selección marroquí llegando a semifinales. Un hito histórico para un equipo africano. En cada victoria, incluso en la de la fase clasificatoria, miles y miles de personas han salido a las calles de pueblos y ciudades a celebrar el triunfo. ¿Pero era solo fútbol? Por supuesto que no era solo fútbol. Era una explosión de orgullo, una celebración conjunta de pertenencia, un grito de un pueblo que no tiene demasiados motivos para la celebración y el júbilo colectivo. El fútbol ha sacado a la calle a MILES y MILES de jóvenes. En esas demostraciones se aprecia la fortaleza del país, la juventud está por todas partes. En una de las miles de conversaciones que he tenido estas dos semanas, una persona sabia me hizo una reflexión. Marruecos es el futuro, Marruecos está llena de juventud. Esa alegría que transmite la juventud, esa despreocupación, esa sensación de que nada malo puede ocurrir que es una de las señas de identidad de la gente joven, la vivimos y respiramos por toda la geografía del país y tal vez, ahí radica su encanto. Las risas, la frescura, los jóvenes y niños por todas partes. Sobre todo, si lo comparamos con la “vieja Europa”.


Este post es un poco como el pote de especias de Raz el Hanout, un poco de todo. ¿Me permitís esta licencia, lectores?
Granero Id Aissa, en Amtoudi
Este post nos lo envía José Javier Lanzarot y forma parte de su investigación de los graneros que se encuentran en la zona del Anti Atlas. Si queréis conocer de primera mano esta expresión ancestral de los bereberes, no dudéis en contactar con él para programar un viaje inolvidable.
Web www.atarexperience.com
Email jota@atarexperience.com

En el desierto al sur de Marruecos, entre las poblaciones de Akka y Bouzakarne, encontramos una carreterita que se interna por el Anti Atlas para llegar al oasis de de Amtoudi. Precisamente aquí, existe uno de los graneros más bonitos y mejor conservados del magrib aunque hay unos cuantos más por la zona. Se encuentra situado justo en la salida de un estrecho cañón, en una pequeña llanura entre las abruptas y erosionadas mesetas que componen esta región del anti Atlas.
Lo primero que divisamos conforme nos acercamos a este pequeño pueblo, es la imponente silueta del granero Id Aissa coronando la cumbre achatada de una alta colina rocosa, que se eleva un par de centenares de metros por encima del oasis. Es una pequeña construcción amurallada, concebida con una clara vocación de inexpugnabilidad, formando un conjunto impresionante y de gran belleza, que recuerda a las fortalezas medievales.

Se accede al granero de Id Aissa a través de cualquiera de los dos caminos muleros que ascienden la empinada subida por ambos flancos de la montaña y se tarda unos veinte minutos en su ascenso pero cuando llegas arriba, el ver la silueta recortada contra el cielo, merece la pena. Para entrar hay que pagar una pequeña cantidad de 40 dh por persona y luego se le da una propina al amín, el cual, aunque no habla español y a penas francés, se hace entender para explicar algunas cosas durante la visita.
Inutilizado desde hace algunos años al acabar la época de las razzias y las guerras tribales, el ighrem de Id Aissa, como la mayoría o su vecino el granero de Aguelluy, estaba abocado a una ruina lenta e inexorable. Afortunadamente, la iniciativa de los habitantes de restaurar su patrimonio artístico y cultural encontró el respaldo de las autoridades, tanto regionales como del Ministerio de Cultura, y bajo la dirección de la arquitecta marroquí Salima Naji, defensora de la arquitectura del sur marroquí. Se procedió a la restauración, tanto del granero de Id Aissa como del cercano Aguelluy, aprovechando los conocimientos de los artesanos locales, utilizando los mismos materiales originales y siguiendo las técnicas tradicionales.
Numerosas fuentes datan su origen sobre los primeros siglos del primer milenio para fechar la construcción de la fortaleza original, que posteriormente fue objeto de múltiples añadidos y extensiones con el paso del tiempo.
Hace siglos y debido a la hidrografía del territorio, del clima y de las luchas tribales, las tribus locales bereberes se vieron forzadas a guardar sus provisiones en graneros que construían y cuidaban entre todo el pueblo. Aunque generalmente se les llama graneros colectivos o comunitarios, en realidad no se trata de que las familias pongan en común las cosechas o los bienes que tengan guardados, si no de una serie de compartimentos o pequeños almacenes individuales en el interior de un edificio que se guardan colectivamente.

Los compartimentos fueron construidos por las familias que se quedan con la propiedad y se ocupan de la conservación aportando a la comunidad su parte proporcional para el mantenimiento de los equipamientos comunitarios. Además del guarda, llamado Amín, y que es seleccionado por los propietarios, asegurándole la subsistencia, a veces montaban guardia ellos mismos por turnos durante el día y la noche. También eran las despensas y las mujeres subían prácticamente cada día para tomar o dejar cosas. No solo los alimentos u objetos eran guardados en las dependencias, sino cualquier cosa que fuera importante como los contratos de matrimonio, compras, sentencias, etc, que eran escritas en tablillas de madera y que cada cual custodiaba.

No se llega hasta aquí tan solo para ver unos edificios bonitos que nos sorprenden al entrar, sino para descubrir que estos son la expresión de una sociedad, costumbres y leyes plasmadas en piedra y adobe, hay que entender que es una forma de vida ancestral que, aunque se va perdiendo, todavía perdura en valles y cañones del Atlas occidental. Los pocos viajeros que acceden a estos lugares podrán contemplar una forma de vida bereber desconocida en el resto del país que tarde o temprano, se extinguirá y ni siquiera quedarán los graneros para recordarla.

Pero los graneros no son el único motivo para viajar hasta este lugar lleno de belleza e historia. Pasando el pueblo de Aguelluy en un corto paseo, penetramos en un estrecho cañón donde un frondoso palmeral tapizado de huertos y frutales ocupa la estrecha franja del seco lecho del río, encajonado entre paredes verticales, a cuyos pies se establecen algunas casas de piedra, el material de construcción tradicional en la zona. Los huertos se riegan por una red de acequias que, pegadas a los muros rocosos, trasladan el agua desde las fuentes situadas cañón arriba, y la distribuyen por todo el oasis.
Continuamos por el río siguiendo los caminos que van bordeando los huertos cañón arriba y tras una hora de andar, traspasando un cerrado recodo del cañón, llegaremos a las estrechas y profundas pozas de aguas verdosas o azules según la luz, comunicadas entre si por pequeñas cascadas y toboganes angostos de apenas un par de metros. El susurro del agua en el cañón es una constante.
Otro de los atractivos que nos ofrece el lugar, son los yacimientos de grabados rupestres que se esparcen por diversos puntos en las inmediaciones de Amtoudi. Se trata principalmente de representaciones de animales propios de la sabana como leones, jirafas elefantes y antílopes, utilizando en la mayoría de los casos la técnica del punteo.
Cuando llegas hasta Amtoudi, lo mejor es aparcar en la puerta del albergue “L´ombre d´argan” donde Abdoul, el propietario os atenderá encantado Podéis hospedaros allí pues tiene dos habitaciones dobles con baño y un par más sin baño dentro. Las comidas locales que prepara, son realmente deliciosas. Recomiendo pasar una noche por lo menos para que de tiempo de verlo todo. Además, os dará la información necesaria para que lleguéis al granero y avisará al amín para que esté allí para abriros la puerta. También os conseguirá alguien que os muestre los grabados u os pueda acompañar por el lecho del río hasta las pozas.
Apertura fronteras el 7 de febrero…
La apertura de fronteras parece ya una realidad. El país permanece «cerrado» desde el pasado 29 de noviembre, debido a la detección de la variante Ómicron.
Royal Air Maroc (RAM) anunció, la reanudación de sus vuelos internacionales a partir del 7 de febrero de 2022, fecha de la reapertura de las fronteras marroquíes en el marco de las medidas relacionadas con la crisis sanitaria de Covid-19.

Una gran noticia para todos. Ya programando mi viaje para volver a Marruecos en breve.
La variante Ómicron, ya ha llegado a Marruecos
Ayer, el Ministerio de la Salud notificó el primer caso de la variante Ómicron, en Casablanca.

Este hecho me ha recordado un día en Ouzina. Ese día, me dio por barrer la terraza de acceso para ayudar al personal de la Kasbah. Para los que no lo sepáis, Ouzina es una Kasbah que está a una hora de pista de Merzouga, en medio del desierto. Pues en esas estaba, barriendo, cuando de repente un poco de viento (nada, una brisa que ni siquiera movió un rizo de mi cabello) hizo que toda la arena de las dunas que nos rodeaba llegara a la zona que llevaba barriendo hacia 10 minutos. Me giré y contemplé en absoluto silencio la inmensidad del desierto que se veía desde ahí. Entendí que ponerme a barrer en medio del desierto, era como poner puertas al campo. Inútil.
Sirva esta metáfora para el caso que nos ocupa, cerrar el país a cal y canto para evitar que entre un virus que está por todo el mundo.
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