Africa

Nuevos vuelos, Bcn-Ouarzazate y Madrid-Essaouira

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La low cost Ryanair anunció que iniciará sus operaciones entre Barcelona y Ouarzazate a partir del próximo 26 de marzo. Los vuelos serán realizados en los Boeing 737-800 y Boeing 737 MAX 8 dos veces por semana con los siguientes horarios:

VueloDeSalidaALlegada
FR 6078Barcelona (BCN)06:15Ouarzazate (OZZ)06:40
FR 6079Ouarzazate (OZZ)07:05Barcelona (BCN)11:30

Frecuencia de vuelos

FR 6078/6079: miércoles y domingo.

Pero es que, además, Ryanair también ha abierto a partir del 27 de marzo, la ruta de Madrid a Essaouira con salidas lunes y viernes. Por ahora a partir de 18 euros el trayecto.

Por ahora, y en ambos casos, el calendario está abierto hasta fin de octubre.

Cada vez, menos excusas para visitar el sur de Marruecos o la preciosa Essaouira.

Orígenes judíos en Marruecos, Ifrane del Anti-Atlas

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Esta es la historia de un viaje en busca de los orígenes judíos en Marruecos. Este viaje hacia el interior del Anti-Atlas fue fascinante. No sabíamos muy bien que buscábamos (sabíamos de este lugar por algunas webs internacionales), pero sabíamos que no nos íbamos a ir de ahí sin encontrar las huellas de los primeros judíos que llegaron a Marruecos.

Parece ser que es muy difícil señalar con exactitud la antigüedad de los judíos en Marruecos, aunque se sabe que data de mucho tiempo. Entre múltiples comunidades que habitan este país existen tradiciones que la fijan en diferentes épocas, llegando algunos a señalar como fecha de llegada de los judíos a Marruecos la época del Rey Salomón. Esta tradición corre entre ciertas comunidades que habitan en el sur de Marruecos y en el norte del desierto del Sahara, principalmente en aldeas, y esta suposición ha sido señalada por el historiador Procop, quien habla de una ciudad llamada «Borrión», cuya situación fija en el lugar ocupado hoy por la ciudad de Ifrane, de la que afirma que en ella vivieron judíos en los tiempos del Rey Salomón. Basa sus afirmaciones en el hecho de que en tiempos del referido Rey, los habitantes de la antigua Fenicia, que recorrían con sus naves las costas del norte de África y las de Marruecos, llevaban con ellos en sus viajes a muchos súbditos del Rey judío, dada la amistad que existía entre éste y el Rey Hirab; y esos judíos, al igual que muchos fenicios, se quedaban en países que visitaban, fundando factorías o colonias en las que se establecían éstos junto con los fenicios.

Podría ser que en Ifrane Atlas-Saghir o Ifrane del Anti-Atlas (no confundir con Ifran de la región Fes-Meknès), se encuentre ese origen de la llegada a Marruecos de los primeros judíos. Para llegar a Ifrane del Anti-Atlas debes hacer una buena ruta de montaña y pueblos un poco aislados en el caso que vengas de Ouarzazate. En mi caso, aproveché para hacer noche en Tafraoute y disfrutar de este pueblo animado que es centro de senderismo. Desde Tafraoute visitamos un par de graneros (ya os haré un nuevo post), pero el objetivo era ir al sur para saber más del origen de los judíos.

Atravesamos las gargantas de Ait Mansour, rodeados de palmeras y siguiendo el cauce del rio. Este espectacular cañón, poco visitado, es una de esas rutas que aconsejo vivamente realizar. Totalmente asfaltado, es una ruta de una hora pasando por pequeños pueblos y siempre con espectaculares paisajes del palmeral y el cañón. Es uno de esos paisajes, que, si no estuviese en Marruecos, tendría miles de visitantes cada año. Pero aquí, hay tanta belleza y tantas opciones que queda muy difuminado en la zona y ciertamente está lejos de las rutas habituales. Pero os aseguro que casi puedes morir de síndrome de Stendhal en cada curva.

Después del cañón, vas buscando carreteras hasta llegar en unas horas a Ifrane del Anti-Atlas. No es un pueblo que invite a una estancia, de hecho, nuestra intención era solo la visita a la sinagoga, el cementerio y los vestigios que quedaran del pueblo original. Después queríamos llegar a Sidi-Ifni (como así hicimos).

No puedo deciros que llegar a la Sinagoga fuese fácil. De hecho, fue muy difícil. Pregunté a medio pueblo para que me indicara. Unos se hacían los tontos, otros me ignoraban y algunos me fueron dando las indicaciones para llegar un poco extrañados que me interesara por “eso”. No sé porque, pero pensé que la comunidad internacional judía tendría ahí un especial cuidado por estos vestigios, pero no era el caso. Finalmente, llegamos a una reja y vimos un cartel de un albergue que se llamaba, El Mellah, así que entendimos que debía ser ahí. Estaba la reja cerrada pero sin llave, así que abrimos la verja y entramos caminando (antes intentamos llamar a ese número del cartel, pero nadie respondió).

Bajamos la cuesta y encontramos un hotel sencillo que parecía cerrado de hace tiempo. No había ningún cartel o indicación. Así que comenzamos a caminar por la zona, entrando en campos de cultivo y un poco desesperados pensamos en abandonar la misión. Hasta que vimos un pequeño edificio pintado de blanco a lo lejos. Nos sorprendió y decidimos acercarnos.

La entrada en forma de laberinto nos hizo pensar que habíamos llegado. La puerta cerrada, sin llave nos invitó a entrar. Estábamos en la sinagoga. Probablemente, en la primera sinagoga de Marruecos. Un espacio que podría tener más de dos mil años y que parecía restaurado y blanqueado. Pero no había un alma. Nadie. La Nada. Nos sentimos un poco intimidados por el sitio, lo que representaba, el silencio, la energía que emanaba de ahí. Creo que las fotos no hacen justicia a la extraña belleza del lugar.  

Salimos de ahí, sintiéndonos un poco intrusos. Por lógica, el barrio que rodeaba la sinagoga era la Mellah. Así que nos movíamos por todas aquellas edificaciones en ruinas imaginando todo lo que ahí había pasado. El pueblo debió crecer alrededor del rio que lo cruza y en medio del palmeral que debió ser espléndido y que seguramente convertía esa zona en un vergel. No queda ningún edificio en pie, solo ruinas.

No tengo idea de lo que pensaba encontrar exactamente, tampoco puedo deciros que fue una decepción. Creo que solo la visita a la sinagoga había merecido la pena.

Después de esa visita y antes de emprender viaje a Sidi-Ifni, decidimos que queríamos visitar el cementerio judío que creíamos albergaba miles de almas. Nos fascinaba la idea de encontrarlo, porque hacía unos días habíamos visitado el extrañamente hermoso cementerio judío de Marrakech. Llegar ahí, fue realmente otra odisea, porque nadie sabia de que le hablábamos. Al final pensamos que era toda una leyenda y que ese cementerio no existía. Pero sí, claro que existía. Aparcamos el coche en la carretera y ascendimos por el cauce seco del río hasta la puerta del cementerio cerrado y perfectamente cuidado y vallado.

¿Sabéis? Una puerta con la estrella de David nos impresionó en aquel lugar un poco recóndito.

Y creo que ahí fuimos conscientes de la importancia del lugar, miles de piedras (sencillas tumbas) indicaban ciertamente, que la comunidad judía de Ifrane del Anti-Atlas había sido muy numerosa. Y las paredes delimitando el cementerio, la puerta cerrada a cal y canto, la limpieza y el acceso final con escaleras y piedras pintadas de blanco nos indicaron que este lugar santo está protegido y cuidado.

Fue un momento ciertamente emocionante, no porque en ese momento pensara que yo era el Dr. Livingstone y había descubierto algo secreto, pero si era consciente que no era un lugar habitual del turismo ni mucho menos. Así que comenzamos a bajar caminando hasta el coche internamente satisfechos de nuestro “descubrimiento”.

Todo había ido demasiado bien para ser Marruecos, así que el país nos reservaba la sorpresa final habitual. Al llegar al coche, se nos acercaron unos cuantos ciudadanos que nos estaban mirando desde hacía rato. No nos sorprendió al principio, porque en un pueblo aislado, éramos una curiosidad y además habíamos preguntado a mucha gente primero por la sinagoga y luego por el cementerio y estábamos dando vueltas por el pueblo con el coche. Es cierto, que estaban particularmente ociosos y nosotros les generábamos curiosidad. Por eso no nos sorprendió que nos miraran atentos desde la carretera mientra íbamos al cementerio y volvíamos. Hasta aquí, lo normal y habitual. Pero de repente, mientras entrábamos en el coche para salir, se nos acercó a la ventanilla uno que me miraba fijamente sin pestañear. Haciéndome preguntas del tipo, de dónde sois, que hacéis, de dónde venís. Yo soy una experta en hacer de frontón ante tal exhibición de interrogatorio. Pero la verdad que un poco me intimidaba, sobre todo porque no podía arrancar el coche y salir, como quería, ya que se había asegurado de colgarse de la ventanilla para evitar mi salida. La «conversación» se me hizo eterna y poco a poco, fue aminorando la intensidad de su actitud. Una actitud que definiría como agresiva. Al final, me explicó que él era una especie de “guarda” de la comunidad judía y que quería saber quienes éramos y si éramos judíos pasáramos por una especie de despacho del pueblo para dejar copia de nuestro pasaporte y entrar en un listado. Le comenté, muy “sinceramente”, que con TOTAL SEGURIDAD lo haría la próxima visita a Ifrane. Que ahora no podía ser porque no teníamos tiempo ya que nos esperaban en un destino que no le comenté con exactitud, a pesar que él insistía en saber a donde íbamos. En fin, nunca sabremos la verdad de aquel hombre y cual era su verdadero cometido, si es que tenía alguno.

En definitiva, queridos lectores, una visita de esas que te llenan el alma y que te sorprenden. El momento que pasé en la sinagoga fue realmente mágico y profundo. Un instante que, si cierro los ojos, lo recuerdo profundamente.

Baraka en Tamagroute

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Baraka es la magia de algunos lugares, de algunas personas, de algunos objetos, una magia buena que aprovecha quien la recibe. Percibirla es estar en la Fitra, es haber recuperado esa dimensión en la que se está íntimamente ligado a la vida y sus energías.

Me acerqué al Morabito del fundador de la increíble biblioteca de Tamagroute (en Zagora) para admirar su puerta de madera. Esa puerta me miraba desde sus cientos de años y entonces invoqué para obtener baraka.

Fórmula: con las dos manos sujeté las arandelas de la puerta y golpeé tres veces sobre los pivotes dorados. TRES. Y volví a dejar las arandelas de metal en la misma posición que se aprecia en la foto. Esas eran las instrucciones que me habían dado para mi Baraka.

Parece que ese gesto se debe hacer cada semana para obtener baraka, yo lo hice una vez y espero que me proteja hasta el año próximo, que prometo volver.

El Riad, Le Petit Ciel, en Marrakech

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Recuerdo muchas veces mi vida en el Riad. Hace ya muchos años.

Gestionar un Riad es un trabajo de mucho detalle, de muchas pequeñas cosas. De hecho, quien decide alojarse en un Riad en la Medina y no en un hotel de Gueliz es porque le apetece impregnarse de vida marroquí y por tanto, significa que tiene sensibilidad especial para captar todos aquellos detalles que garantizaran una estancia “distinta”. Por eso, gestionar un Riad requiere un plus de estrés para que todo esté perfecto.

Por eso, entrar en el Riad Le Petit Ciel de mi amiga Raquel y su marido Saïd, es un placer visual. Cinco habitaciones alrededor de un precioso patio. Ha sabido cuidar todo aquello que valoro. Una cama magnífica, una habitación perfectamente climatizada, un baño con presión de agua, toallas preciosas y todo decorado para hacerte soñar. Pero eso no es lo mejor, lo mejor son sus desayunos. ¡Qué maravilla!

El Riad está entre la Place des Épices y la llamada Place del Mercado. Una ubicación perfecta para pasearte por la Medina sin alejarte demasiado de Djemaa El Fna.

Ganas de volver una y mil veces a este rincón de paz y sosiego.

Riad Le Petit Ciel

Marruecos: +212 661230638

España: +34 699214082

Una mujer empoderada en Sidi Ifni

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Una mañana cualquiera en Sidi Ifni, en la calle principal. Los cafés, como siempre llenos de hombres. Algunos solos, otros en compañía. Degustando un café o un te de desayuno. Dejando pasar las horas. Como siempre, no hay mujeres.

Un momento, ¿quién es ella? Una mujer sola y joven está tomando café en la terraza de un bar conocido de Sidi Ifni. Una mujer sola y revisando su móvil. A su lado, una maxi pantalla de Tv que repite jugadas del Mundial. Una imagen que sería habitual en cualquier otro lugar de Europa pero que en Sidi Ifni no es nada habitual.

Me quedé con ganas de sentarme con ella y charlar. Preguntarle que hace, a qué se dedica, intercambiar opiniones, y saber más de una mujer aparentemente empoderada en un lugar como Sidi Ifni.

Me quedé un rato ahí, por si su marido o hermano hubiese ido al baño, pero NO. Estaba sola y tranquila. Esbocé, casi sin querer, una sonrisa de sororidad en mi rostro.

Una imagen de normalidad necesaria.

El Ramadán en Marruecos podría comenzar el 3 de abril

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El experto marroquí en astronomía, Hicham El Aissaoui, ha anunciado las fechas del comienzo y del fin del ramadán 2022 en Marruecos.

Según los cálculos astronómicos, el primer día del Ramadán 1442H-2022 corresponderá al 3 de abril. Hicham El Aissaoui predice que el ramadán va a durar 29 días por la quinta vez consecutiva en Marruecos. Además del inicio del ramadán, el experto marroquí en astronomía también afirma que se celebrará el Aid El Fitr el 2 de mayo.

Desde la aparición del Covid-19, los Marroquíes han tenido que celebrar el mes del ramadán bajo restricciones sanitarias. En 2021, las autoridades marroquíes habían anunciado un toque de queda nacional desde las 20H00 horas hasta las 6H00 de la madrugada, obligando así a los fieles a cumplir sus oraciones de tarawih en sus casas. Además, algunos comercios como los restaurantes y los cafés tuvieron que cerrar a las 19H30 horas. Queda por saber si las autoridades volverán a anunciar medidas sanitarias para el ramadán 2022.

(os informaré en breve de la fecha exacta)

Granero Id Aissa, en Amtoudi

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Este post nos lo envía José Javier Lanzarot y forma parte de su investigación de los graneros que se encuentran en la zona del Anti Atlas. Si queréis conocer de primera mano esta expresión ancestral de los bereberes, no dudéis en contactar con él para programar un viaje inolvidable.

Web            www.atarexperience.com
Email          jota@atarexperience.com

En el desierto al sur de Marruecos, entre las poblaciones de Akka y Bouzakarne, encontramos una carreterita que se interna por el Anti Atlas para llegar al oasis de de Amtoudi. Precisamente aquí, existe uno de los graneros más bonitos y mejor conservados del magrib aunque hay unos cuantos más por la zona. Se encuentra situado justo en la salida de un estrecho cañón, en una pequeña llanura entre las abruptas y erosionadas mesetas que componen esta región del anti Atlas.

Lo primero que divisamos conforme nos acercamos a este pequeño pueblo, es la imponente silueta del granero Id Aissa coronando la cumbre achatada de una alta colina rocosa, que se eleva un par de centenares de metros por encima del oasis. Es una pequeña construcción amurallada, concebida con una clara vocación de inexpugnabilidad, formando un conjunto impresionante y de gran belleza, que recuerda a las fortalezas medievales. 

Se accede al granero de Id Aissa a través de cualquiera de los dos caminos muleros que ascienden la empinada subida por ambos flancos de la montaña y se tarda unos veinte minutos en su ascenso pero cuando llegas arriba, el ver  la silueta recortada contra el cielo, merece la pena. Para entrar hay que pagar una pequeña cantidad de 40 dh por persona y luego se le da una propina al amín, el cual, aunque no habla español y a penas francés, se hace entender para explicar algunas cosas durante la visita.

Inutilizado desde hace algunos años al acabar la época de las razzias y las guerras tribales, el ighrem de Id Aissa, como la mayoría o su vecino el granero de Aguelluy, estaba abocado a una ruina lenta e inexorable. Afortunadamente, la iniciativa de los habitantes de restaurar su patrimonio artístico y cultural encontró el respaldo de las autoridades, tanto regionales como del Ministerio de Cultura, y bajo la dirección de la arquitecta marroquí Salima Naji, defensora de la arquitectura del sur marroquí. Se procedió a la restauración, tanto del granero de Id Aissa como del cercano Aguelluy, aprovechando los conocimientos de los artesanos locales, utilizando los mismos materiales originales y siguiendo las técnicas tradicionales.

Numerosas fuentes  datan su origen sobre los primeros siglos del primer milenio para fechar la construcción de la fortaleza original, que posteriormente fue objeto de múltiples añadidos y extensiones con el paso del tiempo.

Hace siglos y debido a la hidrografía del territorio, del clima y de las luchas tribales, las tribus locales bereberes se vieron forzadas a guardar sus provisiones en graneros que construían y cuidaban entre todo el pueblo. Aunque generalmente se les llama graneros colectivos o comunitarios, en realidad no se trata de que las familias pongan en común las cosechas o los bienes que tengan guardados, si no de una serie de compartimentos o pequeños almacenes individuales en el interior de un edificio que se guardan colectivamente.

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Los compartimentos fueron construidos por las familias que se quedan con la propiedad y se ocupan de la conservación aportando a la comunidad su parte proporcional para el mantenimiento de los equipamientos comunitarios. Además del guarda, llamado Amín, y que es seleccionado por los propietarios, asegurándole la subsistencia, a veces montaban guardia ellos mismos por turnos durante el día y la noche. También eran las despensas y las mujeres subían prácticamente cada día para tomar o dejar cosas. No solo los alimentos u objetos eran guardados en las dependencias, sino cualquier cosa que fuera importante como los contratos de matrimonio, compras, sentencias, etc, que eran escritas en tablillas de madera y que cada cual custodiaba.

No se llega hasta aquí tan solo para ver unos edificios bonitos que nos sorprenden al entrar, sino para descubrir que estos son la expresión de una sociedad, costumbres y leyes plasmadas en piedra y adobe, hay que entender que es una forma de vida ancestral que, aunque se va perdiendo, todavía perdura en valles y cañones del Atlas occidental. Los pocos viajeros que acceden a estos lugares podrán contemplar una forma de vida bereber desconocida en el resto del país que tarde o temprano, se extinguirá y ni siquiera quedarán los graneros para recordarla.

Pero los graneros no son el único motivo para viajar hasta este lugar lleno de belleza e historia. Pasando el pueblo de Aguelluy en un corto paseo, penetramos en un estrecho cañón donde un frondoso palmeral tapizado de huertos y frutales ocupa la estrecha franja del seco lecho del río, encajonado entre paredes verticales, a cuyos pies se establecen algunas casas de piedra, el material de construcción tradicional en la zona. Los huertos se riegan por una red de acequias que, pegadas a los muros rocosos, trasladan el agua desde las fuentes situadas cañón arriba, y la distribuyen por todo el oasis.

Continuamos por el río siguiendo los caminos que van bordeando los huertos cañón arriba y tras una hora de andar, traspasando un cerrado recodo del cañón, llegaremos a las estrechas y profundas pozas de aguas verdosas o azules según la luz, comunicadas entre si por pequeñas cascadas y toboganes angostos de apenas un par de metros. El susurro del agua en el cañón es una constante.

Otro de los atractivos que nos ofrece el lugar, son los yacimientos de grabados rupestres que se esparcen por diversos puntos en las inmediaciones de Amtoudi. Se trata principalmente de representaciones de animales propios de la sabana como leones, jirafas elefantes y antílopes, utilizando en la mayoría de los casos la técnica del punteo.

Cuando llegas hasta Amtoudi, lo mejor es aparcar en la puerta del albergue “L´ombre d´argan” donde Abdoul, el propietario os atenderá encantado Podéis hospedaros allí pues tiene dos habitaciones dobles con baño y un par más sin baño dentro. Las comidas locales que prepara, son realmente deliciosas. Recomiendo pasar una noche por lo menos para que de tiempo de verlo todo. Además, os dará la información necesaria para que lleguéis al granero y avisará al amín para que esté allí para abriros la puerta. También os conseguirá alguien que os muestre los grabados u os pueda acompañar por el lecho del río hasta las pozas.

Los graneros del Anti Atlas-los Agadirs

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Marruecos no es solo ciudades imperiales.

Marruecos no es solo el circuito de Marrakech, Ourzazate, Merzouga, Erg Chebbi.

Marruecos no es solo Tanger y Chefchaouen.

Marruecos tiene mil opciones, mil paisajes y mil cosas a ver.

Es verdad que como decía mi amigo Dani, ahora el mundo va tan deprisa que los turistas quieren conocer todo en 4 días. Y que no hay más tiempo. O simplemente, que vivimos adictos a la velocidad. Vivimos acelerados, todo debe ser ahora e inmediato. ¿Visitar Marruecos? Venga, 4 días y quiero verlo todo. Y claro, eso es imposible. Luego ya quieren otro destino porque creen que ya conocen el país. Pero Marruecos es inabarcable.

Este post se comenzó a escribir en la terraza del Café de la Post, una tarde de noviembre mientras tomabamos una cerveza con mi amigo, José Javier Lanzarot. (En realidad, no fue una cerveza porque como no comíamos nada y con la nueva normativa Covid no te pueden servir alcohol-pero eso si acaso, me da para otro post). En ese encuentro, José Javier nos explicó que llevaba meses en una especie de cruzada personal. Él se dedica a los viajes a medida en Marruecos y durante largos años ha hecho la ruta estándar y que todo el mundo que sueña con los paisajes del sur del país quiere hacer. Llegar a las dunas del Erg Chebbi. Esa tarde, nos explicaba que esa ruta circular y todo lo que hay alrededor está demasiado explotado y por tanto masificado y demasiado turístico (masificado en condiciones normales). Compartí su comentario, pero también comprendo el hechizo que produce visitar esa zona para los ojos del que lo ve por primera vez. Fue entonces cuando nos explicó que se está dedicando a elaborar una especie de catálogo de todos los graneros del sur de Marruecos. ¿Graneros? Y eso que es, le pregunté.

Y con su respuesta, mi visita a uno de de ellos, uno que se encuentra entre Tata y Guelmim, en el precioso pueblo de Amtoudi. Definitivamente debéis ir a verlos, uno, dos o una buena ruta. Ha sido uno de los descubrimientos del viaje (y ha habido muchos).

Los graneros o Agadirs son un rico patrimonio arquitectónico y cultural. Un Agadir es un granero colectivo fortificado. Muchos de ellos se encuentran en la zona del Anti Atlas, dispersos por toda la cordillera, principalmente en el noroeste de la región. Algunos de estos graneros fueron abandonados y reutilizados con otras funciones, sin embargo, muchos de ellos se mantienen en buenas condiciones, incluso, conservan una parte de su funcionalidad. Tienen vocación defensiva y de almacenamiento de los bienes (cosechas familiares, manuscritos, actas …) de una comunidad. Básicamente, es el “banco” de las tribus de Souss Massa pero sobre todo el símbolo de una organización tribal armoniosa. Cada família disponia de una pequeña habitación cerrada bajo llave que se heredaba de padres a hijos. Destaca la figura del Amin, que era el guardián del granero que abría y cerraba el granero colectivo y que accedía a los habitáculos en altura.

Gracias a José Javier visité en Amtoudi el agadir Agelluy, que está perfectamente reformado por una Organización internacional, pero bajo tutela de una arquitecta marroquí. Me quedé con ganas de visitar el otro Agadir de Amtoudi, el llamado de Id Aysa, pero ya no teníamos más tiempo. Los días de noviembre son muy cortos y la luz solar escasa. Demasiadas cosas a ver y hacer.

Durante el camino de acceso, las vistas del pueblo y del cañón son espectaculares.

En ese cañón, encontraréis piscinas naturales aptas para el baño. Un complemento ideal en verano.

El Amin nos acompañó y nos enseñó todo el Agadir explicando multitud de detalles. Sinceramente, vale mucho la pena la visita. Es uno de esos secretos que guarda la cordillera del Anti Atlas y Marruecos. No dejéis de visitar, como mínimo uno.

Si queréis saber más, contactad con José Javier Lanzarot.

jota@atarexperience.com

Insta @atarexperience

Sidi Ifni y la vida pequeña

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Una vez más, os voy a hablar de Ifni, de este rincón del sur de Marruecos.

A veces la felicidad es solo una suma de pequeñeces, de momentos, de risas, de miradas, de anécdotas. No grandes cosas, solo eso, detalles. Muchas veces ni sabes en ese instante que eres feliz, simplemente estás viviendo todo eso y nada más. Momentos en los que no puedes dejar de sonreir.

Sidi Ifni es mi particular lugar de la felicidad. Ese rincón del mundo, un poco aislado de todo, que no tiene casi nada, pero que me parece uno de los lugares perfectos en el planeta.

La vida en Ifni va a poco a poco, sin grandes aspavientos. Tampoco no puede ir deprisa porque no hay mucho que hacer. Esta pequeña población de pasado netamente español, es un refugio de felicidad para mí.

Como sabéis, el lugar para alojarse es la casa de Patrick, Maison Xanadú. Una casa parecida a los Riads de las ciudades imperiales, pero aquí no se llaman Riads. Solo, una casa. Esa casa, es mi casa en Ifni.

Desde aquí, vas andando a todas partes. Vas andando a la «Plaza España», o al paseo encima del mar, o a la playa, o al mercado, a los cafés, o a las terrazas donde asan sardinas.

Sidi Ifni está lleno de edificios art-deco, pero lleno. Algo inusual en esas latitudes. Pero nadie los mantiene ni los conserva. Puedes dar una vuelta por el centro admirando esas fachadas que algún día fueron y hoy solo son una sombra de ello. En Ifni, es tu imaginación la que trabaja. Tu capacidad para trasladarte a ese pasado colonial. Me imagino a los españoles de los años 40 y 50 paseando por la plaza España, pisando los azulejos andaluces en el centro y sentados en los bancos mientras la fuente borbotea agua y viven la sensación de frescor. O yendo al Cine, o al Club Twist o a los cafés. viviendo a la española cuando a escasos 10 kms de la ciudad, el mundo era totalmente distinto.

Cierro los ojos mientras me encuentro en la terraza mirando al mar desde el comienzo del paseo y puedo sentir como Ifni respira historia y olvido. Recordad que Ifni fue la provincia 51 española hasta el año 1969. Ifni es esa decadencia hermosa, como Trieste en Italia. Yo soy una enamorada de la decadencia arquitectónica y de esa “tristeza” que arrastran algunos lugares.

Si visitáis Ifni, no dejéis de ir al mercado. La zona de pescadería es una fiesta visual. Muchos de los pescados que veis ahí, son completamente desconocidos para nosotros. Pero si preguntáis, con la típica amabilidad de Ifni, os dirán exactamente como se llaman. Y con un poco de suerte, os lo dirán en castellano ya que muchos de los actuales ciudadanos tienen cierto pasado español. Muchas calles siguen estando rotuladas en español.

La zona del mercado donde puedes comer sardinas a la brasa es una delicia. De una forma sencilla degustas una docena de sardinas a la brasa con una ensalada marroquí y una hogaza de pan por solo 3 euros. Si además tu bolsillo permite un dispendio, te acercas al mercado y compras el pescado que prefieras y ahí mismo te lo asan. Tres terrazas en donde se mezcla toda la sociedad de Ifni que en algún momento del día pasa por ahí. Tenéis el parquing muy cerca y la parada de los taxis. Si tienes los ojos abiertos, desde ahí podrás darte cuenta de todos los detalles importantes del día, las transacciones de los pescadores con los dueños del restaurante, los pequeños camiones que llegan para entregar mercancía, la venta de pan…esos momentos que te sitúan realmente en Ifni.

No vengas a Ifni con prisas. Intenta pasar mínimo 2 noches. Las vas a necesitar para tomar el pulso a la ciudad. Toma un café en las terrazas, mira el lento devenir de las cosas, degusta las sardinas, quédate hipnotizado con las telas de las mujeres, con la agitación de algunos, con lo intenso del sol. Si tienes suerte, comparte con ellos una noche de Champions o solo de fútbol, en la terraza de sus bares. Las risas, las anécdotas y la vida pequeña se apoderan de ti…para siempre.

Vida pequeña=felicidad

Nota al margen: Nos cuenta Patrick, que la incidencia de la Covid en Ifni es cero. Que se ha vivido con cierta tranquilidad la pandemia. Que ha sido mucho peor la afectación de la cochinilla en las chumberas de la zona. Eso ha sido una tragedia. Desde hacía unos años, la explotación para fines comerciales de las chumberas había hecho que muchos ifneños hubiesen dedicado enormes esfuerzos económicos y personales en esas explotaciones, pero la llegada de esta plaga que ha matado casi la totalidad de las chumberas ha dejado auténticos dramas personales y colectivos. Ahora mismo, la pesca y la administración publica (hace pocos años que se creó la provincia de Ifni) son la fuente principal de ingresos de la zona.

Sidi Ifni.

Nota mental: Sidi Ifni, volveré pronto. Lo prometo. De camino a Dahkla o de camino a Sidi Ifni.

Ziko y el arte de buscarse la vida

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No sé aún si llamar a esto, capacidad de supervivencia, imaginación, picaresca o sencillamente, este país es distinto.

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Viajando por el sur de Marruecos, pude apreciar que, en las entradas y salidas de los pueblos y ciudades, me iba encontrando los coches 4L con las puertas abiertas y mucha gente alrededor. Mi amigo Jose ya me había avisado que me iba a encontrar con esta especie de cafetería ambulante por todas partes.

El coche/cafetería al aire libre comienza como solución al cierre de las cafeterías durante la pandemia. De esta forma, se acercaba el café a los consumidores para un take away desde espacios exteriores. Supongo que algo que nació espontáneamente y con la idea de durar durante los meses duros del confinamiento o de las restricciones, se ha alargado y puede que sea ya definitivamente.

Me paré en uno de ellos a probar el café, ver como lo tenia montado y charlar un poco. Fue en Guelmim, en una de las salidas más importantes de la emergente ciudad.  Una amplia avenida que conduce a Tan Tan. En esa avenida y delante de un colegio encontré, LA cafetería/coche.

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Resulta que el propietario, es el simpático Ziko. Un joven de Guelmim que se esmera en ofrecerte un buen café. Como veis en las fotos, tiene su máquina bien instalada en el maletero. A fuera, el molinillo de Cafés Valiente y amplia la oferta con los pastelitos típicos. Café con leche, cortado, solo…sacarina y azúcar. Pero él, también ha creado merchandising propio porque quiere darle un toque distinto a su negocio. Personalizarlo. Sinceramente, me rindo ante tanta imaginación, derroche de ingenio y practicidad. ¿Cómo no hacerlo? Me dice que ha pedido permiso al colegio y al edificio oficial que está detrás para poder instalar el coche ahí, pero no consigo saber si tiene la actividad legalizada. ¿Y a mí que me importa? Pues eso. Nada.

Curioseando en su instalación, aprecio la placa solar en le techo para la electricidad, una bombona de gas y el depósito de agua en el asiento trasero. No quiero pensar que va a pasar cuando en esa zona lleguen a los 50 grados de temperatura habitual del verano. Espero que todo vaya bien.

Los que viajéis a Marruecos en cuanto abran de nuevo el espacio aéreo, os recomiendo una visita a una de estas cafeterias take away.

Y a ti, Ziko. Gracias por tu simpatía y espero que el negocio te vaya muy bien.

Puede ser una imagen de una persona, barba, de pie, carretera y cielo